El presidente de EEUU intenta relanzar su reforma migratoria. Barack Obama ha decidido rescatar uno de sus grandes proyectos electorales: el de la reforma migratoria. Lo hace tras dos años de mandato, cuando la reforma de la sanidad ha salido adelante y justo después de la eliminación de Osama Bin Laden, un hecho que ha aumentado la popularidad de Obama en todo el país norteamericano. El presidente ha prometido, por un lado, reforzar la seguridad en la frontera con México y, por otro, lanzar un proyecto para legalizar a los inmigrantes indocumentados. Sin embargo, los expertos dudan seriamente de que la reforma pueda salir adelante y entre las asociaciones defensoras de los derechos de los inmigrantes el anuncio ha sido acogido con escepticismo.
«Nos definimos como una nación de inmigrantes. Una nación que da la bienvenida a todo aquel que adopte los ideales americanos», afirmó Obama, de visita en El Paso, en la frontera mexicana. Según el presidente, la inmigración contribuye a incrementar los activos económicos.
Sin embargo, pese a las aparentes buenas intenciones del mandatario, los expertos señalan que parece poco probable que Obama pueda sacar adelante una reforma de la inmigración sin tener la mayoría en la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos. Los analistas apuntan a que el movimiento parece más un guiño hacia la influyente minoría hispana, a la que Obama necesita para continuar en el poder y vencer en las elecciones de 2012. El hecho de que la propuesta haya sido lanzada sin apenas detalles de cómo o en qué circunstancias se daría la ciudadanía a los inmigrantes.
Lo cierto es que una reforma que legalizara a los 11 millones de “sin papeles” sería también beneficiosa para las arcas públicas, ya que los Estados Unidos ingresaría unos 66.000 millones de dólares en impuestos. El panorama al respecto se presenta complicado, puesto que Obama ha dejado claro que sólo impulsará la reforma con el consenso de los republicanos, que según todos los indicios serán un hueso duro de roer en una futura negociación para sacar adelante el proyecto.
La situación económica del país ha puesto a Obama contra las cuerdas, que busca una recuperación inminente. El presidente estudia rebajar la preocupante cifra de parados que asume la primera economía del mundo. Para ello, Obama ha exigido a las empresas estadounidenses que generen puestos de trabajo.
Las grandes empresas estadounidenses, muchas de las cuales han podido acceder a las ayudas estatales proporcionadas por Washington durante los últimos tres años, deben saldar su deuda moral con EEUU al margen de los rescates y comenzar a fomentar la creación de puestos de trabajo, según ha exigido el presidente Barack Obama.
Para el presidente demócrata, la deuda de estas compañías no termina con el pago de lo que en su día recibieron prestado más los intereses. Ahora deben invertir en el país y generar puestos de trabajo. «Tienen que comenzar a apostar por EEUU, por sus ciudadanos y por sus productos», aseguró durante el acto Obama, que puso como modelo a seguir a la compañía Intel, que acaba de construir una gran fábrica en el país.
Aunque el sector privado de EEUU haya ido sumando poco a poco puestos de trabajo en los últimos doce meses, las cifras de desempleo se alejan mucho de las que mantenía el país antes de otoño de 2008, cuando el gigante de inversión Lehman Brothers se declaró en quiebra, arrastrando al sistema financiero estadounidense y mundial a una gran crisis que, sin embargo, ya había comenzado varios meses antes con las polémicas hipotecas subprime, también llamadas hipotecas basura. Con el entramado financiero severamente afectado, el resto de la economía cayó en depresión.
Entre las grandes empresas que tuvieron que ser apoyadas abiertamente por el Gobierno después de ese 15 de septiembre de 2008 se encontraban otros grandes bancos como Merrill Lynch, aseguradoras como AIG o automovilísticas de la talla de General Motors, entre muchas otras.
Ahora, muchas de esas compañías han vuelto a la senda de la rentabilidad y los beneficios. Sin embargo, la mayoría parecen reticentes a volver a invertir en EEUU debido a la incertidumbre que genera la recuperación económica del país, ya que para muchos ésta aún no está bien definida. Obama comentó durante su intervención que los ciudadanos estadounidenses no podían ser olvidados a pesar del gran debate que gira en torno al déficit público de EEUU.