Cinco años después de grabar ‘Caracoles’, su sorprendente disco de debut, los artistas peruanos Kanaku y El Tigre han publicado su segundo trabajo, titulado ‘Quema Quema Quema’. Un álbum que se ha editado simultáneamente en Europa y América. Cinco años después de grabar ‘Caracoles’, su sorprendente disco de debut, los artistas peruanos Kanaku y El Tigre han publicado su segundo trabajo, titulado ‘Quema Quema Quema’. Un álbum que se ha editado simultáneamente en Europa y América, gracias a los sellos Strut y Terrícolas Imbéciles, respectivamente.
Durante los años transcurridos desde su fundación, los Kanaku han reforzado a conciencia aquel sonido ‘folkie’ inicial con el que se hicieron famosos y han incluido otros elementos tomados del ‘indie’ y la electrónica para mantenerse en la linea de actualidad que marcan los usos y costumbres contemporáneos.
Una evolución natural o forzada, no muy diferente a la que han seguido también otras bandas del subcontinente, que también se han movido un poco en la senda por la que han transitado también muchos grupos anglosajones del momento. Aquellos que, quizá lamentablemente, aún imponen las tendencias en la aldea global.
Sin embargo, los limeños han conseguido conservar casi intacta su personalidad como banda única, en este particular viaje estilístico. Una circunstancia de la que, en realidad, no pueden presumir muchos otros artistas de su misma o parecida cuerda.
Y lo han hecho gracias, sobre todo, a su habilidad contrastada para componer e interpretar canciones emotivas. Obras de teatro de tres minutos que son un universo en si mismo, gracias a sus textos sinceros y melodías memorables.
Esas son, además y sin duda, las características fundamentales que suelen poseer los buenos temas pop, con independencia del ropaje instrumental que se elija para presentarlas en sociedad. En fin que, ahora todo parece listo para consolidar lo conseguido y traspasar los límites de sus mercados cercanos.
La apariencia ligera de alguna de sus composiciones esconde, sin embargo, algunos cierta densidad estilística oculta, que ayuda a la banda a definir un universo sonoro inesperado y verdaderamente atractivo. Aunque, a veces, se necesiten unas cuantas escuchas para sacarle todo el partido. Ya saben: ser persistente, siempre tiene premio.