Resulta curioso que las barreras idiomáticas, que no impiden, por ejemplo, que triunfen en España muchas canciones cantadas en inglés, se conviertan en muros infranqueables para las obras de artistas peninsulares de gran interés como el cantautor euskaldum Jabier Muguruza. Resulta curioso que las barreras idiomáticas, que no impiden, por ejemplo, que triunfen en España muchas canciones cantadas en inglés, se conviertan en muros infranqueables para las obras de artistas peninsulares de gran interés como el cantautor euskaldum Jabier Muguruza.
Cantante profundo y acordeonista solvente, el hermano mayor de los Muguruza que fundaron Kortatu y Negu Gorriak, ha transitado por caminos artísticos muy alejados de los que frecuentan sus familiares. Jabier ha seguido otras estelas, algo menos ruidosas.
Aunque antes de atreverse a correr suerte en solitario, Jabier realizó un lento aprendizaje del oficio en varios grupos, orientados hacia la música pop, con los que publicó discos y pisó escenarios durante la prodigiosa década de los ochenta.
Como una suerte de Leonard Cohen o Pablo Guerrero de Euskadi, dos artistas a los que ha homenajeado, Muguruza domina los tiempos lentos, las melodía sutiles y las palabras profundas. Y su música debe paladearse despacio, como los licores añejos.
Admirador de los poetas contemporáneos y ancestrales, Jabier ejerce de divulgador de la obra, poco difundida, de los literatos que usan el euskera para expresarse. Pero se atreve a actuar frecuentemente en plazas alejadas del área de influencia de este idioma.
Con más de 20 años de carrera en solitario y doce álbumes publicados, en estos días se anuncia la publicación de un nuevo disco, titulado ‘Tonetti anaiak’. Una buena ocasión para acercarse al mundo mágico de este singular artista. No la desperdicien.
