Un 16 de agosto de 2006, los medios de comunicación volvieron a hablar de Hilario Camacho. Para dar la noticia de su repentino fallecimiento. Hacia años que las radios y las televisiones habían dejado de programar habitualmente su música, aunque a decir verdad, jamás le apoyaron demasiado. Un 16 de agosto de 2006, los medios de comunicación volvieron a hablar de Hilario Camacho. Para dar la noticia de su repentino fallecimiento. Hacia años que las radios y las televisiones habían dejado de programar habitualmente su música, aunque a decir verdad, jamás le apoyaron demasiado.

Quizá porque Hilario era un tipo único e inclasificable y sus canciones nacían con un refuerzo especial en el adn que funcionaba como blindaje de excepción ante las etiquetas. Todas y cada una de ellas. Tan único, ni siquiera pudo aprovechar ese momento, a caballo entre las décadas de los setenta y los ochenta, en que los cantautores vivieron su momento de gloria.

Tampoco allí encajaba. Sus temas se alejaban de lo obvio y transitaban a años luz de los panfletos que hicieron fortuna en aquellos tiempos de agitación política. Además, su guitarra acústica de cuerdas de acero y sus querencias californianas eran poco compatibles con la austeridad, el nylon, las trenkas y los libros prohibidos de la editorial Ruedo Ibérico.

Luego las cosas no mejoraron, aunque las canciones de Hilario mantuvieron y aumentaron su calidad con el paso de los años. Lo que le permitió conseguir un grupo de fieles seguidores que siempre estuvieron pendientes de sus pasos. Y que se alegraron enormemente cuando gracias la serie de televisión ‘Tristeza de Amor’, el artista de Chamberí consiguió su primer y único éxito masivo.

Y quizá no fuimos muchos, pero si fuimos unos cuantos, los tipos (y tipas) que nos quedamos huérfanos hace una década, cuando Hilario nos abandonó. En el peor momento, aunque nunca hubiera existido uno bueno. Justo cuando la noticia que esperábamos era otra. La de su regreso a la batalla de la mano de un Lp, que iba a titularse ‘Otra Mirada’, en el que había revisado sus éxitos de siempre, en colaboración con Alain Milhaud, el productor que le dio su primera oportunidad.

Ha pasado ya una década desde entonces y aún no se ha producido la necesaria reivindicación de este maestro. Mala suerte para todos. Por fortuna, dentro de unos días tendremos otra oportunidad gracias al lanzamiento de ‘Tiempo al Tiempo. Canciones de la Calle’, un cd que incluye 22 canciones de Hilario y que se publica acompañado por un DVD que recoge un concierto en directo inédito del artista. Harían bien en comprarlo. Y en regalarlo también.

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Hilario Camacho

Rafael Alba

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