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El Senado brasileño decide la suerte de Rousseff en un escenario cada vez más convulso

Dilma Rousseff, presidenta de Brasil

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se enfrenta hoy a la votación del Senado, que decidirá si su juicio político sigue adelante. Mientras el Gobierno intenta evitarlo, la Cámara Alta ha destituido al senador oficialista Delcidio Amaral, quien implicara a la presidenta en el caso Petrobras. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se enfrenta hoy a la votación del Senado, que decidirá si su juicio político sigue adelante. Mientras el Gobierno intenta evitarlo, la Cámara Alta ha destituido al senador oficialista Delcidio Amaral, quien implicara a la presidenta en el caso Petrobras.

Brasil es un hervidero, la crisis económica sigue adelante mientras la institucional no deja de dar sorpresas. Si ayer la opinión pública se sorprendía con el intento de detener el proceso (y posterior marcha atrás) por parte del presidente del Congreso interino, Wladir Maranhão , la novedad es ahora la destitución del Delcidio Amaral como senador brasileño.

El que fuera líder del Partido de los Trabajadores (PT) en el Senado fue arrestado a finales del año pasado por su relación con la trama de corrupción de la empresa estatal Petróleos Brasileños (Petrobras) e intentó rebajar su posible pena acusando a personalidades de la talla del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva o la actual mandataria.

Ella es la protagonista absoluta del día de hoy, pues el Senado decidirá si sigue adelante con su impeachment lo que, en principio se traduciría con 180 días apartada de cargo en los que el vicepresidente Michel Temer se haría con las riendas del país y, destacan diversos medios internacionales, haría todo lo posible para blindarse en el poder. Muchos dan por hecho este escenario ya que consideran que el juicio político a la mandataria la ha exterminado políticamente hablando.

Aunque la mayor parte de los brasileños preferiría que sus nuevos representantes salieran de urnas son pocas las esperanzas de que esto ocurra. Pase lo que pase, Rousseff se ha comprometido una y otra vez a no abandonar el poder puesto que, según ella misma ha dicho, su mandato termina en diciembre de 2018. Igualmente, ha asegurado que nada tiene que ver con los delitos que se le acusan (Rousseff presuntamente habría maquillado las cuentas de 2014) cuando también era vicepresidente Temer.

Sin embargo no cuenta con demasiado apoyo de sus conciudadanos. El pasado martes se organizaron movilizaciones para sacarla del poder. Brasilia, Sao Paulo o Río de Janeiro se llenaron de personas que pedían su destitución. La situación pinta complicada para la mandataria, sobre todo teniendo en cuenta que la Cámara Alta solo necesita que una mayoría simple (41 votos) se muestre a favor del proceso.

Por eso el Gobierno ha intentando detenerlo una vez más. En esta ocasión, a través de un recurso que han presentado ante el Supremo Tribunal Federal Brasileño (STF). De no aceptar el recurso, como todo parece indicar, el impeachmet seguirá adelante.

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