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El órdago de Papandreu sitúa de nuevo en el abismo a los bancos franceses y alemanes

Yorgos Papandreu, primer ministro griego en la actualidad, acaba de lanzar un órdago a la grande. Una apuesta que ha situado al borde del abismo a los bancos franceses y alemanes, dada su exposición a Grecia y la falta de transparencia sobre qué cantidad de seguros contra el impago de deuda del país mediterráneo manejan de un modo u otro. Yorgos Papandreu, primer ministro griego en la actualidad, acaba de lanzar un órdago a la grande. Una apuesta que ha situado al borde del abismo a los bancos franceses y alemanes, dada su exposición a Grecia y la falta de transparencia sobre qué cantidad de seguros contra el impago de deuda del país mediterráneo manejan de un modo u otro.

Porque el mandatario socialista le ha dicho a Bruselas que su estrategia para que su país salga de la crisis a medio plazo tiene que votarla el pueblo griego. Por eso las alarmas se han disparado tanto en París como en Berlín.

Hasta hace unos días el plan de Grecia era casi perfecto. Para el resto de Europa, claro. Atenas se comprometía a seguir reduciendo su déficit público con reformas y más reformas mientras vendía a precio de saldo sus activos públicos a compañías -por ejemplo- alemanas. A cambio, recibía las dósis de dinero necesarias cada cierto tiempo para hacer frente al pago de las pensiones y los sueldos de sus (cada vez menos) funcionarios. También estaba autorizada a anunciar una condonación del 50% de su deuda en manos de los grandes tenedores privados, que son fundamentalmente los bancos franceses y alemanes.

Para que este último punto se llevase a cabo sin el peligro de generar una hecatombe en el mercado de derivados, y en concreto en el de los seguros contra el impago de la deuda (CDS), la Asociación Internacional de Productos Derivados (ISDA, por sus siglas en inglés) había anunciado que estudiaría la cancelación de estos contratos si esa condonación de la deuda era asumida de forma «voluntaria». La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, habían acordado con sus grandes entidades que así sería. Estaba todo, en apariencia, controlado.

Pero tal y como han expresado algunos expertos, no se puede pretender que un país reduzca alrededor de un 15% de su PIB en tres años sin que ello tenga consecuencias graves. Hasta ahora éstas parecían un peligro remoto. Pero tras el órdago de Papandreu, se han disparado las alarmas. Si el referéndum que pretende llevar a cabo sale adelante y la respuesta es negativa, es muy probable que Grecia quiebre del todo y salga del euro. En tal caso, los CDS no se anularían. Todo lo contrario: se activarían en masa. Y nadie sabe con certeza cuántos hay y dónde se encuentran.

Tal y como adelantó el diario The New York Times en junio, la entrada en funcionamiento de estos contratos podría llegar a afectar al bolsillo de 50 millones de familias estadounidenses. ¿Cómo? Pues aunque según los datos más recientes del Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés) los mayores acreedores de Grecia son, como ya se ha dicho, los bancos franceses -con 63.866 millones de euros- y los alemanes -con 48.177 millones de euros-, estas entidades están a su vez aseguradas por, según algunos rumores del mercado, la gran aseguradora germana Allianz, entre otras.

Allianz, además, cuenta ya con una importante exposición a la deuda soberana de los países más débiles del euro (y no sólo de Grecia) a través de Pimco, el fondo de inversión estadounidense más grande del mundo en materia de bonos soberanos. Allianz tiene el 97% de Pimco. También es posible que otra serie de instituciones financieras estadounidenses, que todavía no han trascendido, estén muy implicadas indirectamente (es decir, a través de los derivados) en el problema griego.

En conclusión, una quiebra griega activaría un número indeterminado de CDS que, a su vez, podría conllevar la quiebra de multitud de entidades financieras en Alemania y Francia al no poder hacer frente a estos costes. A la larga, la ola expansiva podría llegar a otros mercados, como el estadounidense.

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