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El Niño de Elche

La reciente celebración en Barcelona del festival Sonar, un clásico de la música electrónica, ha deparado, como siempre, algunas sorpresas agradables. Pero sin duda, lo más inesperado, propio y particular ha llegado de la mano de el Niño de Elche. La reciente celebración en Barcelona del festival Sonar, un clásico de la música electrónica, ha deparado, como siempre, algunas sorpresas agradables. Pero sin duda, lo más inesperado, propio y particular ha llegado de la mano de el Niño de Elche.

Se trata de un artista verdaderamente singular, que vive el flamenco, de esa forma vanguardista y valiente que ya pudo detectarse en otros grandes clásicos del cante jondo. Desde el Camarón de la ‘Leyenda del Tiempo’ al Enrique Morente de ‘Omega’.

Y si ellos se atrevieron a llevar esta música ancestral por caminos increíbles para los puristas, lo mismo que supo hacer también, por ejemplo, el gran Paco de Lucia, lo de llega todavía más lejos. O mejor dicho. sitúa al ‘quejío’, en el sendero que puede asegurarle la supervivencia en el siglo XXI y más allá.

Sin olvidarse nunca, además, del contenido social como materia prima fundamental de sus letras. A veces soberbias crónicas urgentes de lo que sucede a su alrededor y siempre comprometidas con el tiempo que vive y sinceras con los sentimientos de su creador.

Acompañado por Los Volubles, el Niño,como decíamos antes, realizó una actuación espectacular en el Sonar que dejó boquiabierta a la crítica especializada de medio mundo. A todos aquellos que alguna vez pensaron que jamás iba a existir nuevo bajo el sol.

No es para menos. La capacidad de este artista de usar algunos palos festeros, como casi olvidados verdiales en el contexto de una ‘rave’, sus ‘Raverdiales’, tuvo un marcado carácter lúdico, según testigos presenciales y supuso una refrescante llamada de atención para todos los presentes. Y, seguro que contribuirá a que su nombre y su sonido se extiendan.

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