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Ariel Ávila: «Colombia necesita un punto cero para una paz completa»

FARC

El sociólogo y analista político colombiano Ariel Ávila celebra el acuerdo de paz alcanzado por la guerrilla de las FARC y el Gobierno de Juan Manuel Santos tras casi cuatro años de negociaciones, pero advierte que sin el ELN el país no logra «ese punto cero para una paz completa». El sociólogo y analista político colombiano Ariel Ávila celebra el acuerdo de paz alcanzado por la guerrilla de las FARC y el Gobierno de Juan Manuel Santos tras casi cuatro años de negociaciones, pero advierte que sin el ELN el país no logra «ese punto cero para una paz completa».

El actual subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación manifestó en entrevista con dpa el sinsabor que le deja «una paz coja» pese a las expectativas que hay en Colombia tras el fin del conflicto entre el Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), activas desde 1964.

El Ejército de Liberación Nacional (ELN), segunda guerrilla del país, apareció casi al mismo tiempo que las FARC e inició acercamientos con el Gobierno en 2014. Pero pese a que después de dos años anunció la disposición para dar paso a una negociación formal, las partes no han podido concretar la instalación de una mesa pública de conversaciones.

«Colombia necesita un punto cero», insistió Ávila al explicar que lo que «da miedo es que pase lo que siempre pasa en este país y es que un proceso de paz es la puerta a otro conflicto armado».

«Si solo van las FARC y no el ELN, no vamos a lograr ese punto cero y la satanización de la izquierda de las fuerzas militares va a seguir», insistió.

Otro de los temores que manifiesta Ávila, y que según el presidente Santos impedirán las fuerzas militares, es que «muchas zonas en donde operaban las FARC sean ocupadas por el ELN» o por bandas criminales.

El experto en conflictos agregó que el acuerdo al que se llegó fue «una paz rural y no urbana» que «tiene sus propias dinámicas», que merecen un modelo de seguridad efectivo para no desatar «el aumento de violencia en esas regiones liberadas por las FARC».

Sobre la implementación de los acuerdos, que incluyen el desarme y la reinserción a la vida civil de unos 8.000 guerrilleros bajo la vigilancia de las Naciones Unidas, dijo que es un proceso que tardará de 10 a 15 años.

Según Ávila, Colombia ha vivido en medio de dos tragedias constantes: «La primera, es que los sectores urbanos nunca han vivido la guerra; y la segunda, es que los grandes ganadores de la guerra son los que se quedaron con la tierra y en sentido estricto no están dispuestos a devolver».

«Los mayores opositores al proceso de paz con las FARC son sectores urbanos que nunca han vivido la guerra. Eso, para bien o para mal, significa que es en las ciudades en donde esto tiene que partir, es decir, el proceso de reconciliación», consideró.

El analista político dijo también que uno de los puntos importantes que debe cumplirse es el de la participación política de las FARC. «Hay que dejarlos participar», señaló.

Dentro del acuerdo pactado por las partes está la apertura a un espacio en el Congreso de 10 curules (entre Senado y Cámara de Representantes) para los recién desmovilizados.

Posteriormente, los ex guerrilleros tendrán que participar en elecciones para llegar al Congreso, lo que, según Ávila, supondrá dificultades para ellos por su impopularidad e inexperiencia.

«Electoralmente les va a ir mal, no solo porque hayan sido criminales sino porque no les van a ganar a los políticos tradicionales que son corruptos y han amarrado el poder local. Va a haber una apertura democrática lenta», afirmó.

«Las FARC están sobrevaloradas, muchos piensan que son mucho más de lo que realmente son», agregó Ávila, quien sí reconoció que esa guerrilla puede tener un peso importante «en la opinión pública del país».

El analista concluyó afirmando que tras la firma de la paz con las FARC el Estado y la sociedad van a tener dos grandes preocupaciones: «Que no haya una nueva ola de violencia y que, por tanto, no terminen masacrando a las FARC y que se logre el desarrollo en las regiones».

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