Muchas mujeres mexicanas en la mayor parte del mundo, y en México particularmente, «viven en una situación terrible: existe abuso, discriminación, desigualdad, violencia y en algunos países, feminicidios», indica el informe compartido con Sputnik por la organización, antes de su lanzamiento público.
De acuerdo con el Índice de Brecha Global de Género del Foro Económico Mundial 2020, México tiene una brecha de género del 75,4 por ciento, indica el informe de 110 páginas.
Ese indicador analiza la participación económica y oportunidades; el acceso a niveles de educación básicos y más elevados; la participación política en las estructuras de toma de decisiones; la supervivencia de salud y la expectativa de vida comparativa entre géneros.
El país latinoamericano se posiciona en el lugar 25 del ránking de 153 países, a pesar de que es la economía 16 del mundo.
Las oportunidades a las que las mujeres pueden acceder, así como la posibilidad de ejercer plenamente todos sus derechos y vivir sin el temor a ser discriminada o agredida «son significativamente menores en comparación con los hombres».
En la sociedad mexicana, «la brecha entre hombres y mujeres en prácticamente todos los aspectos de la vida es grande y poco se ha reducido en los últimos años».
Conocido por una arraigada cultura popular machista, la posición de México entre 153 países en varios indicadores en la Brecha Global de Género es uno de los perores: lugar 124 en participación económica y oportunidades; puesto 54 en nivel educativo, lugar 46 en salud y supervivencia 46.
Este año, por segunda vez consecutiva, las manifestaciones del 8 de marzo por el Día Internacional de la Mujer hicieron un recordatorio sobre su pugna dominada por protestas dominadas por la indignación y choques con las fuerzas de seguridad, que reaccionan con violencia y abusos, a pesar de los intentos de evitarlo.
No obstante, en el terreno del empoderamiento político, México es considerado «uno de los cinco países con mayor mejoría y ocupa la posición 14», gracias principalmente a que en 2019 «aumentó la presencia de las mujeres en las instituciones políticas».
En México han disminuido las diferencias entre hombres y mujeres respecto con años anteriores: en 2010 el país se encontraba en el lugar 91 y en el 2015 en el lugar 71.
Sin embargo, el país se encuentra varias posiciones más abajo en otros referentes: en participación económica y oportunidades es lugar 124, en logro educativo está en puesto 54, en salud y supervivencia en el 46.
El camino por recorrer es muy largo: aunque construir un mundo igualitario está incluido en los 17 objetivos de Desarrollo Sustentable en la Agenda 2030 de la Organización de Naciones Unidas (ONU), muchos gobiernos no han hecho de esta agenda una prioridad, compara el análisis.
El país norteamericano ocupa el quinto lugar en el Ranking Mundial de Mujeres en el Parlamento que realizó la ONU en 2020, al contar con mujeres en el 48,2 por ciento de los escaños de la cámara de diputados y 49,2 por ciento de los asientos del Senado.
Sin embargo, «este dato no debería de ser motivo de un festejo exacerbado, ya que de un total de 193 naciones solo 22 tienen a una mujer como Jefa de Estado o como Jefa de Gobierno».
Las estructuras que fomentan las desigualdades entre hombres y mujeres van más allá del ámbito cultural dominante.
«Los estados y las sociedades perpetúan y profundizan las brechas de género promovidas por marcos normativos y políticas públicas ausentes de una perspectiva de género», prosigue el balance.
Un claro ejemplo es la carga de trabajo no remunerado de la economía del hogar que asumen las mujeres, misma que ha llegado a representar hasta el 23 por ciento del Producto Interno Bruto en México.
La violencia contra las mujeres en cualquiera de sus dimensiones «es otro de los indicadores más graves que muestra desigualdades en el terreno delictivo y de seguridad».
Las mujeres mexicanas sufren de mayor violencia desde la niñez hasta la edad adulta, con una impunidad casi total.
La vulnerabilidad a la que están expuestas está diferenciada en función de la región en la que nacen, crecen y se desarrollan, así como por su estrato social o incluso por las condiciones en las que se encuentran, como ser migrante, indígena o tener alguna discapacidad.
Tristemente, dice Signos Vitales el único elemento que condiciona esta realidad es «el mero hecho de haber nacido mujer».
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