Panamá se ha convertido en uno de los destinos estrella de la inversión española en Latinoamérica. El tamaño de su economía es inferior a las de México, Brasil o Chile. A pesar de su dimensión relativa mucho menor, en calidad y cantidad de inversión de empresas españolas, se da un momento muy dulce para la inversión española. El embajador español en Panamá, Jesús Silva Fernández, repasa los principales asuntos de la relación entre ambos países en el contexto de la preparación, por parte de la Fundación Areces, de un seminario, presidido por Martinelli, que tratará en Madrid sobre el reto de la ampliación del Canal de Panamá. Panamá se ha convertido en uno de los destinos estrella de la inversión española en Latinoamérica. El tamaño de su economía es inferior a las de México, Brasil o Chile. A pesar de su dimensión relativa mucho menor, en calidad y cantidad de inversión de empresas españolas, se da un momento muy dulce. El embajador de España en Panamá, Jesús Silva Fernández, repasa los principales asuntos de la relación entre ambos países en el contexto de la preparación, por parte de la Fundación Areces, de un seminario, presidido por Martinelli, que tratará en Madrid sobre el reto de la ampliación del Canal de Panamá.
¿Cuál es el objetivo de realizar un seminario como esté en España? (Organizado por la Fundación Areces, se celebrará en Madrid a partir del día 11 de julio y llevará por título “Canal de Panamá: El reto de la ampliación de la vía interoceánica o cómo diseñar, construir y gestionar una de las obras de ingeniería más grandes del mundo)
La Fundación Areces es una entidad que orienta sus actividades hacia el campo científico. Uno de sus intereses es el mar y dentro de la serie de actividades que está haciendo, se ha fijado en el Canal de Panamá, que va a cumplir 100 años en 2014. Su construcción tuvo una repercusión enorme en el área del comercio pero también en otras. Ahora afronta un nuevo reto, su ampliación, que va a más que duplicar su capacidad. Eso tiene un impacto enorme en el comercio marítimo mundial, el comercio global y, en suma, en la globalización. Cuando uno estudia la importancia que tiene el Canal para las exportaciones de países como China, Japón o Chile, se asombra del enorme valor estratégico que tiene en cuanto a su impacto económico.
Al mismo tiempo se examinará su importancia mundial en cuanto a que es la principal vía de transporte del globo con diferencia, por encima del ferrocarril o la carretera. Pero además del comercio, hay cuestiones que pasan inadvertidas, como el tema de la reserva biológica, del ecosistema que representa el Canal. En el aspecto medioambiental, en la medida que conecta dos océanos por medio de una vía de agua dulce, se han creado toda una serie de ecosistemas en torno a él.
La ampliación del canal es la obra de ingeniería civil más importante del mundo, es un reto tecnológico y científico enorme y las cifras en casi todo son espectaculares (en metro cúbicos de cemento, medida de las compuertas a construir, etc.). Todo ese proceso es importante estudiarlo desde el punto de vista divulgativo, conocer las nuevas tecnologías y metodologías de construcción que se van a emplear allí.
Se está produciendo una llegada importante de empresas españolas que se hacen cargo de las principales obras de Panamá. Se vive, por lo tanto, un momento dulce de la inversión española en el país centroamericano ¿Bajo qué factores se está produciendo este “momento dulce”?
Por un lado hay una situación macroeconómica muy favorable, con tasas de crecimiento del 10% anual, en la cabecera del crecimiento en América Latina. Segundo hay unos niveles de deuda con respecto al PIB muy aceptables, en torno al 40%. Y por último se está llevando a cabo un gran programa de obra pública muy concentrada en el tiempo con unas cantidades e importes muy elevados. Es una concentración masiva de proyectos muy simbólicos, de carácter muy técnico y especializado, donde la capacidad de la empresa local no da para responder.
Ha coincidido con un momento en el que la demanda de infraestructuras en España y Europa se ha ralentizado, lo que ha llevado a las empresas españolas a intentar conquistar el mercado panameño, sobre todo en el sector de infraestructuras a corto plazo. En este área hay proyectos simbólicos que han sido otorgados a entidades españolas como son la ampliación del Canal de Panamá, gestionado por Sacyr, o la construcción de la primera línea de metro de la Ciudad de Panamá, que se lo ha llevado FCC en un consorcio con Odebrecht, la empresa brasileña. Pero además hay otras muchas licitaciones como la ciudad hospitalaria, aeropuertos, carreteras, donde las empresas españolas están siendo muy competitivas por su propio bagaje de proyectos llevados a cabo en España. Algunas son las más punteras del mundo en áreas como la construcción del metro.
¿Ocurre también en el sector turístico panameño?
Es el sector menos desarrollado del país. Así como en el sector financiero hay presencia española como BBVA, en la energía Fenosa o Gas Natural, Movistar en telecomunicaciones, en el sector turístico hay apenas algunas iniciativas. Para que la inversión extranjera pueda interesarse en el sector turístico, hace falta una serie de infraestructuras, de puertos, de carreteras, que se están empezando a concretar. Yo calculo que en cuatro o cinco años será un sector importante para el país. El viaje del presidente Martinelli a España a inicio de julio podría facilitar acuerdos en este sentido.
La colaboración entre España y Panamá está siendo profunda en cuestiones fiscales. Se ha eliminado la doble tributación y España está colaborando en la retirada de Panamá del listado gris de paraísos fiscales de la OCDE. ¿Cómo siguen estas cuestiones?
España ha sido el primer país europeo que ha concretado un acuerdo sobre doble imposición y de intercambio de información fiscal. Ese acuerdo está pendiente exclusivamente de que se publique en el BOE (Boletín Oficial del Estado) y entraría en vigencia a finales de julio. Esto saca de la lista de paraísos fiscales del Banco de España a Panamá y deja de producirse la penalización sobre la inversión o del personal destacado allí, que tenía una serie de penalizaciones adicionales en su tributación.
Este proceso se enmarca dentro de una política que Panamá está emprendiendo y que había iniciado hace años. Dota a su sistema financiero, uno de los más dinámicos de la región, de mecanismos de transparencia y solvencia suficientes para no tener problemas por esa vía. La política de paraíso fiscal ya no se aplica y su supervisión financiera es bastante exigente. En algunos países todavía existían problemas por los que no se les ha retirado de la lista, pero lo van a lograr por medio de la negociación. Precisamente ahora se puede abrir un periodo de desarrollo financiero.
China y Colombia estudian en estos momentos la construcción de un canal seco, por medio del ferrocarril, que sustituya de alguna manera al canal de Panamá. ¿Es viable?
Si el canal de Panamá no se fuese a ampliar, se calculaba que habría entrado en un punto de saturación hacia el 2014. La crisis económica ha ralentizado ese proceso, pero la creación de un tercer juego de exclusas, así como la inauguración de la ampliación en 2014, van a suponer la viabilidad del Canal por muchísimos años más. Los buques comerciales del mundo se dividen entre los Panamax y lo que no lo son, es decir, los que están preparados para atravesar el canal y los que no lo están. Ahora se va a crear una nueva categoría, los Postpanamax, los que tienen capacidad para introducirse en las nuevas exclusas. Estos triplican la capacidad de los actuales.
El debate sobre la posibilidad de duplicar el Canal, como se estudió en Nicaragua o se está haciendo en Colombia, tenían más virtualidad cuando no se estaba fraguando la ampliación. El canal seco de Colombia no puede competir en precio con el de Panamá, ya que el ferrocarril encarece el transporte y no sería competitivo. Además, la inversión que supone hacer un canal desde cero, como se proyectaba en Nicaragua, no es fácilmente asumible. Un nuevo canal vendría a competir con otro que lleva 100 años de vigencia y experiencia. En mi opinión, no existe una alternativa al canal y no existirá en muchos años.
Panamá no está involucrándose en los procesos de integración que se están produciendo en todo el subcontinente. ¿Es así?
Bueno, está mejorando. Con una perspectiva histórica, en el continente centroamericano ha habido un contexto de inestabilidad en el que se han incluido guerras y conflictos entre estados. Los proyectos más realistas de integración en toda América Latina sólo se han podido dar en un contexto de estabilidad política y consolidación democrática lo suficientemente viables para un proceso así. Seguramente no exista ninguna otra zona del mundo donde convivan tantos sistemas e iniciativas de integración. Hay quien lo ve como algo negativo, pero hay una lectura en positivo, la voluntad de integración.
En el ámbito centroamericano, el SICA, con su vertiente económica que es el SIECA, es un proceso que está muy definido. El problema ha sido que hasta ahora el subcontinente tiene realidades muy distintas. Existen dos grandes grupo, Panamá y Costa Rica y países como Honduras o Guatemala, con desarrollos económicos distintos y una dimensión económica distinta. Eso ha hecho que la integración regional tenga que hacer frente a una serie de retos que no existen en otros países.
Dicho lo cual, Panamá está cambiando su conciencia integracionista. Se ha incorporado a SICA, lo hará a SIECA y se ha unido a un acuerdo con la Unión Europea. Se está avanzado. Panamá además, como país, ha establecido una estrategia. Se ven a sí mismos como el país que debe ser el Hub de Centroamérica como lo es Bruselas en Europa o Singapur. Tiene unas condiciones dadas que les favorecen, como el propio Canal de Panamá o los centros logísticos que pueden encontrarse allí. A eso se une un sistema financiero, el más ágil de la región, y una voluntad política para que las representaciones de entidades como la ONU se establezcan en el país.