Nayib Bukele, presidente de El Salvador
Con el respaldo de 57 de los 60 diputados de la Asamblea Legislativa, el oficialismo en El Salvador ha aprobado una reforma que redefine el sistema político del país.
A través de la modificación de cinco artículos clave de la Constitución, el presidente Bukele y su partido Nuevas Ideas consolidan su dominio institucional y allanan el camino hacia una reelección indefinida, una medida que ha sido comparada con los procesos autoritarios vividos en América Latina.
La reforma aprobada este jueves modifica los artículos 75, 80, 133, 152 y 154 de la Constitución salvadoreña. Entre los cambios más relevantes se encuentra la eliminación de las prohibiciones para la reelección presidencial inmediata, la extensión del mandato de cinco a seis años y la sustitución de la segunda vuelta electoral por una única ronda de votación.
Estas medidas, promovidas por el bloque oficialista y sus aliados, facilitan el mantenimiento del poder por parte de Bukele y su partido. Además, la reforma establece que el actual período presidencial finalizará en 2027 en lugar de 2029, con el objetivo de sincronizar las elecciones presidenciales con las legislativas y municipales.
La diputada Ana Figueroa, promotora de la reforma, defendió los cambios como una forma de «darle el poder total al pueblo salvadoreño»
El bloque opositor, representado por partidos como ARENA y Vamos, ha condenado enérgicamente la reforma. Legisladores como Marcela Villatoro han calificado la medida como «el fin de la democracia en El Salvador», denunciando su aprobación acelerada y sin consulta ciudadana.
El diputado Francisco Lira advirtió que esta decisión recuerda los procesos de concentración de poder en regímenes como los de Alberto Fujimori en Perú o Hugo Chávez en Venezuela
En el plano internacional, organizaciones como Human Rights Watch han alzado la voz contra la reforma. Juanita Goebertus, directora de la organización para las Américas, advirtió que «el partido de Bukele está recorriendo el mismo camino que Venezuela», denunciando una clara tendencia hacia el autoritarismo.
Lejos de suavizar su discurso, Bukele ha respondido con dureza a las críticas, afirmando públicamente: “Me tiene sin cuidado que me llamen dictador”. En su visión, conceptos como democracia o derechos humanos son «palabras usadas para mantenernos sometidos».
La popularidad del mandatario se sostiene sobre su lucha contra las pandillas, gracias a la cual ha conseguido una notable reducción de la violencia. Sin embargo, el régimen de excepción que lleva más de tres años en vigor ha sido cuestionado por las más de 87.000 detenciones, muchas de ellas arbitrarias según ONG como Cristosal y Socorro Jurídico.
La reforma constitucional no solo le abre la puerta a la reelección indefinida, sino que consolida el control de Bukele al eliminar mecanismos democráticos como la segunda vuelta electoral
Para que la reforma entre plenamente en vigor, se requiere una segunda votación en la misma legislatura, controlada por el oficialismo. Paralelamente, se espera que se apruebe una nueva prórroga del régimen de excepción, cuya continuidad refuerza el modelo de seguridad y control impulsado por Bukele desde marzo de 2022.
Con esta reforma, El Salvador entra en una nueva etapa institucional marcada por la centralización del poder, la supresión de contrapesos democráticos y el debilitamiento del sistema republicano.
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