Una revolución que es necesario precisar y contextualizar en varios sentidos. Por una parte, por el rico y complejo testimonio arqueológico que trasmite sobre un pasado precolombino poco conocido en esta región amazónica. Por otra, por la imagen que nos devuelve hacia el presente de nosotros mismos y de cómo pensamos mayoritariamente en el siglo XXI sobre el pasado. Y tercero, por las formas en que se llevó a cabo la investigación original.
La publicación de una serie de megaasentamientos, que algunos denominan ‘ciudades’, conectados por una extensa red de caminos en la Amazonía ecuatoriana es una verdadera revolución
A nivel puramente arqueológico, un artículo publicado en 2023 en Strata, la Revista Ecuatoriana de Arqueología y Paleontología, por las arqueólogas del proyecto Características generales del paisaje cultural arqueológico del valle del Alto Upano en un área de 300 km2, ya no dejaba lugar a dudas.
Valle de Upano (Ecuador). / Trabajo de campo 2015-INPC
Ninguna otra región amazónica ha sido mapeada mediante escáner láser aerotransportado (LiDAR) en tanta superficie, y las que han sido trabajadas con metodologías parecidas no devuelven concentraciones de estructuras ni una diversidad ni complejidad tan grande como la encontrada aquí.
En las tierras bajas de Uruguay, por ejemplo, se escanearon 380 km2 y encontraron 666 estructuras (2,6 montículos por km2), y en Llanos de Moxos (Bolivia) se identificaron grandes terrazas sobre las que se elevaban montículos trapezoidales, con varios caminos excavados que los unían perimetralmente y entre sí.
Pero en Ecuador, los hallazgos realizados por el proyecto liderado por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) sobrecoge no solo por la monumentalidad de las propias estructuras, que supone mover miles toneladas de tierra, sino también por el número: 7471 anomalías positivas (montículos, plataformas, cimas truncadas), con una concentración de 24,9 por km2 o, si nos atenemos solo a las plataformas (5415), la densidad es de 18,05 por km2.
Casa sobre montículo en el asentamientos de Kunguints. / Trabajo de campo 2015-INPC
Estas plataformas estaban ordenadas, creando cuadrados entre los que había plazas, y estaban unidas por 300 km de caminos y tenían casi 95 km de canales de desagüe. Ello supone una conceptualización del espacio de forma ortogonal, una auténtica planificación urbanística. Pero no solo esto, sino que los grandes asentamientos como Wapula o Kunguints estaban unidos entre sí, con una red de asentamientos menores entre ellos, por caminos excavados en la tierra.
Las plataformas estaban ordenadas, en cuadrados entre los que había plazas, unidas por 300 km de caminos y con casi 95 km de canales: una auténtica planificación urbanística
Además, en las zonas propicias para ello, se han identificado inéditos campos de cultivo con drenajes hacia los acantilados del Upano y de otros ríos tributarios que supondría una agricultura avanzada para la alta densidad de población que vivió allí entre el 400 a. C. y 400 d. C., según los análisis obtenidos en excavaciones anteriores a este proyecto. Complejidad social, monumentalidad y grandes complejos agrícolas que aún deben estudiarse en profundidad.
Portada de la revista Science sobre la ‘ciudad perdida’ encontrada en la Amazonía ecuatoriana e imagen LiDAR de una de las antiguas áreas urbanas agrarias del Valle de Upano. / Science/A. Dorison/S. Rostain
En segundo lugar, baste decir que la arqueología ha estado plagada de mitos y visiones fantasiosas que, a menudo, han dificultado el acceso al verdadero conocimiento. Así, en el estudio de la arqueología amazónica ha primado esa visión de sociedades poco complejas, muy adaptadas al medio, pero con poca capacidad de responder a los cambios ambientales, donde las comunidades estaban formadas por unos pocos individuos que vivieron en estructuras simples.
Esta imagen estática se ha producido en los últimos 500 años, debido a los efectos seculares de la colonización. Pero la Amazonía era tan diferente como demuestra la tecnología LiDAR: vibrante, plena de comunidades estratificadas e interrelacionadas y con amplias producciones agrícolas.
En último lugar, hay que devolver todo el crédito a la investigación original de la que parte el artículo recientemente publicado en la prestigiosa revista Science: en Ecuador se hace ciencia de la más alta calidad, invirtiendo en ella y reuniendo equipos multidisciplinares e internacionales.
El INPC ecuatoriano dirigió este proyecto de la mano de la arquitecta Olga Woolfson, escaneando en 2015 con el láser aerotransportado esta amplia sección amazónica, aun con todas las dificultades logísticas que entraña trabajar en un medio tan hostil hoy día. Las fuerzas armadas junto con geólogos e ingenieros (principalmente la consultora Technoproject), geógrafos y arqueólogos observamos asombrados la maravilla que se descubre al eliminar la vegetación arbórea y estudiar los modelos digitales de elevaciones en 3D que ofrece el LiDAR.
En Ecuador se hace ciencia de la más alta calidad, invirtiendo en ella, como y reuniendo equipos multidisciplinares
Es cierto que no se actuó en esta zona a ciegas: pioneros como el profesor ecuatoriano Pedro Porras en los años 1970 y 1980 iniciaron excavaciones en la zona, gracias al conocimiento que indígenas y colonos le aportaron. Fue él quien descubrió el sitio de Huapula o Wapula, con sus grandes montículos y su ubicación cercana al Upano y relacionada con el aún activo volcán Sangay.
Posteriormente, otros equipos trabajaron intensamente en el área, excavando algunos de estos montículos y plazas y volando en avioneta sobre la zona, esperando reconocer más plataformas bajo la densa vegetación amazónica.
Fueron, principalmente, el arqueólogo ecuatoriano Ernesto Salazar y el francés Stephen Rostain los que aportaron importantes datos a nivel microarqueológico, pero también sobre la comprensión de la formación de estos montículos o de las distintas culturas que los habitaron a lo largo de la historia. El equipo liderado por Rostain es el que ahora ha publicado el artículo en Science.
Alejandra Sánchez-Polo es investigadora posdoctoral ‘Juan de la Cierva’ en el dpto. de Prehistoria, Arqueología, Antropología y CC.TT. Historiográficas de la Universidad de Valladolid. Entre 2014 y 2018 trabajó como arqueóloga en proyectos del INPC en Ecuador.
Fuente: SINC
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