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Empresas

«Se cerró todo»: las pymes de América Latina intentan sobrevivir a la pandemia

Las pequeñas y medianas empresas enfrentan un panorama sombrío a medida que la región batalla con los estragos del nuevo coronavirus.

Un hombre con mascarilla y guantes pasa al lado de un escaparate de una tienda con el mensaje de “Quédate en casa”

Cuando la crisis por el coronavirus la obligó a detener las operaciones de su pequeña empresa de construcción en México, Lucía Gutiérrez pidió a sus empleados buscar otra fuente de ingresos porque se haría difícil pagar los salarios.

«Yo misma les dije: ‘Si tienen otra fuente de ingresos, pues búsquenla y yo los puedo emplear un día y ustedes vayan y trabajen en otra cosa cuatro días'», cuenta a la AFP Gutiérrez, de 53 años. «En tres días se cerró todo, fue un golpe brutal».

Pequeñas y medianas empresas (pymes) como la de Lucía generan poco más del 60% de los empleos en América Latina y de ellas dependen millones de personas, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), organismo técnico de las Naciones Unidas.

«Las ventas podrían ser insuficientes para la sobrevivencia de esas empresas, que no podrían pagar los salarios, las contribuciones de los empleados y los aportes a la seguridad social, y podrían incluso quebrar», advirtió la Cepal a inicios de abril.

Las pequeñas y medianas empresas enfrentan un panorama sombrío a medida que la región batalla con los estragos del nuevo coronavirus, que mantiene a millones de personas confinadas.

El Banco Mundial estima que la actividad económica de América Latina y el Caribe se contraerá 4,6% en 2020, con las caídas más pronunciadas en Brasil y México, de 5% y 6%, respectivamente.

Renata de Paula, socia y administradora de Okanossa, un pequeño café vegetariano en Rio de Janeiro, ya observa una caída de ingresos por la pandemia. El local cerró sus puertas al público y sobrevive de entregas a domicilio.

«El ‘delivery’ no cubre ni el 40% de lo que facturábamos antes», refiere de Paula, quien tuvo que despedir a dos de sus seis empleados y anticipar las vacaciones de un tercero para mantener el negocio a flote.

– Apoyos gubernamentales –

Varios países de la región buscan apoyar al sector a través de diversas iniciativas, especialmente créditos de la banca garantizados por el gobierno.

En Colombia, el presidente Iván Duque dijo que respaldaría las deudas que contraigan las empresas con los bancos para pagar las nóminas, a condición de que no despidan personal.

Mientras, en Chile la administración de Sebastián Piñera lanzó una línea de crédito con garantía del gobierno por 24.000 millones de dólares para las empresas. Se espera que los bancos entreguen los recursos sin intereses y con un plazo de pago de hasta 48 meses.

Perú también garantizó los créditos a las pymes y anunció un fondo de apoyo empresarial por 85 millones de dólares, mientras que en Brasil el gobierno amplió el acceso a créditos y dijo que prestará dinero para que los microempresarios puedan continuar pagando a sus empleados.

En México, el gobierno del izquierdista Andrés Manuel López Obrador ha evitado dar apoyos al sector como diferir el pago de impuestos, lo que lo ha enfrentado con la comunidad empresarial, pero junto con algunos bancos anunció la entrega de dos millones de créditos, cada uno de 1.000 dólares.

Las cúpulas empresariales mexicanas acordaron también un plan que implica que las compañías de mayor tamaño disminuyan sus plazos de pago a las más pequeñas, y que anticipen compras de insumos y suministros.

– «Las ayudas nunca se ven» –

Pese a los apoyos que han anunciado los gobiernos, para muchas empresas el acceso a la banca no es tan sencillo. Alejandro Espejo, dueño de Bendito Arroz, una pequeña empresa de postres de arroz con leche de Barranquilla, Colombia, lucha para conseguir créditos.

«Las ayudas (del Estado) nunca se ven (…). En la práctica no pasa nada», dice. Su empresa buscó préstamos bancarios apelando a las medidas del gobierno, pero no ha tenido éxito. «Nos están pidiendo documentos que son una barbaridad», se queja.

«Estamos muy afectados pero estamos reinventando el negocio», señala. Esa reinvención apunta, como muchas otras empresas del sector, al servicio a domicilio.

En México, varios supermercados, restaurantes e incluso la Central de Abasto de la capital, el megamercado que distribuye un tercio de la producción de hortalizas, frutas y verduras del país, han apostado por las entregas en casa.

«Lo hemos visto muchísimo, todas las empresas están buscando alternativas paralelas para generación de ingresos y la tecnología está jugando un factor clave», indica Rolando Garay, de la consultora KPMG.

Para Garay, el ingenio brota siempre en situaciones adversas. «Se te ocurren ideas que antes no habías pensado».

Lucía Gutiérrez lo intenta dosificando sus ingresos. «Todo el trabajo de mi vida está a un tris de volverse polvo. Estoy haciendo hasta lo imposible por sobrevivir y por repartir (entre los empleados) el dinero que tenga en mis manos», dice.

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