¿Qué futuro le espera a Latinoamérica en 2021? Uno muy complicado. Las fuertes consecuencias socioeconómicas de la pandemia se resistirán a desaparecer. La contracción de las economías alcanzará el 8 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) en 2020, lo que provocará la aparición de 40 millones de nuevos pobres. Las frustraciones se harán más que evidentes y es muy posible que haya contestaciones ciudadanas en las calles de algunas capitales. La mayoría de los Estados luchará para arañar la mitad del terreno perdido. Brasil y otros países sudamericanos como Perú o Ecuador encabezarán el angosto camino de la recuperación económica.
BRASIL
El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, tendrá que salvar la economía de su país, pero sin perder por ello su cota de popularidad. La pandemia ha cimentado su mala reputación y algunos medios de comunicación globales se atreven a calificarle como «paria internacional». Brasil ocupa el segundo puesto mundial en número de fallecidos por el coronavirus: más de 191.500. Sin embargo, pese a su discutible gestión de la crisis sanitaria, sus comentarios provocadores, los incendios en la selva y los escándalos que salpican a su familia. Los sus índices de aprobación del mandatario crecen, en gran medida porque Bolsonaro se ha volcado en la gente más desfavorecida.
Eso es consecuencia directa del ‘volantazo’ que dio el liberal ministro de Economía Paulo Guedes, quien había prometido ayudar en la recuperación de la anterior recesión (2014-2016), recortando gastos y burocracia. Las reformas quedaron aparcadas por culpa del covid-19, pero el próximo año los mercados no serán tan indulgentes como hasta ahora.
Cualquier gasto que no venga acompañado de reformas o recortes de otras partidas presupuestarias acercará a Brasil un poco más a la insolvencia fiscal. En 2020 la deuda pública brasileña saltó del 76 por ciento del PIB a cerca del 95 por ciento; cualquier movimiento del Parlamento para eliminar el límite del gasto federal impuesto en 2016 podría generar una crisis política e incluso la dimisión de Guedes.
Suprimir la red de seguridad de los subsidios (600 reales mensuales –115 dólares estadounidenses– desde el inicio de la pandemia y 300 reales –57 dólares– desde septiembre hasta finales de año) aumentaría el índice de pobreza y reduciría su popularidad cuando todos, Bolsonaro el primero, ya miran sin rubor a las elecciones presidenciales de 2022.
La selva amazónica, el pulmón del planeta, y el Pantanal, el humedal más grande del mundo, seguirán sufriendo el embate del fuego por tercer año consecutivo como resultado de la deforestación y el cambio climático.
El alto precio del oro favorecerá las explotaciones mineras clandestinas, y Bolsonaro intentará que el Congreso legalice las que se encuentran en reservas indígenas. Ese vandalismo medioambiental podría ceder ante la presión internacional, pero es dudoso que ocurra.
Bolsonaro seguirá cortejando al ‘centrão’, el bloque de centro-derecha en el Parlamento que empezó a votar con los bolsonaristas en 2020 a cambio de cierto mecenazgo, algo que antes él había denunciado. Ese escudo le salvará de incómodas mociones de censura. De hecho, las encuestas le siguen siendo favorables. Si las elecciones se celebraran ahora, las ganaría sin demasiados problemas.
Además, la presencia de dos nuevos magistrados en el Supremo Tribunal Federal nombrados por Bolsonaro ralentizará las investigaciones contra sus hijos. Flavio, senador por Rio de Janeiro, está acusado de lavado de dinero y conexiones con los grupos del crimen organizado llamados milicias. Carlos y Eduardo, que también se dedican a la política, están siendo investigados por crear una red de desinformación.
MÉXICO
La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha autorizado que México celebre en 2021 una consulta popular para decidir si se debe llevar a juicio o no, por corrupción, a los cinco expresidentes vivos: Carlos Salinas (1988-1994), Ernesto Zedillo (1994-2000), Vicente Fox (2000-2006), Felipe Calderón (2006-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2018). Los dos últimos están siendo investigados por un caso de corrupción a nivel continental generado en Brasil. El presidente Andrés Manuel López Obrador, más conocido como AMLO, también ha impulsado la celebración de un referendo revocatorio para validar su presidencia en la mitad de los seis años de mandato.
AMLO buscaba que la consulta sobre los expresidentes coincidiera con las elecciones del 6 de junio, fecha en la que los mexicanos tendrán que renovar los 500 miembros de la Cámara de Diputados que, junto con el Senado, conforma el Congreso de la Unión. También entonces se elegirán los puestos a cargos nacionales en 15 de las 32 entidades federativas. Finalmente, la consulta se llevará a cabo el 1 de agosto.
Los comicios del verano serán un plebiscito para AMLO y el partido que él mismo fundó: Morena o Movimiento Regeneración Nacional. Morena posee ahora 252 escaños, es decir, controla la mayoría absoluta de la cámara legislativa. Las últimas encuestas de opinión reportan su claro triunfo en las urnas, aunque con cierto desgaste.
El propio presidente tiene una elevada popularidad, pues supera el 60 por ciento y llegó al 80 por ciento a principios de este año. Su personalidad y su carisma brillan con luz propia. Muchos mexicanos le ven como uno más de ellos tan cercano que se detiene en una carretera a comer tacos y charlar con la gente. Otros le apoyan por proyectos como la ampliación de las pensiones o los programas de formación para la juventud. Incluso sus detractores reconocen que no es una persona corrupta, una cualidad poco habitual entre la clase política mexicana.
AMLO anda embarcado en lo que él llama la «cuarta transformación» del país, un ambicioso plan para acabar con la corrupción y la desigualdad social y para promover la autosuficiencia nacional. Las otras tres transformaciones fueron la independencia (1810-1821), la reforma (1858-1861) y la revolución (1910-1917).
El jefe del Estado se enfrenta a fuertes retos. El más urgente es indudablemente la lucha sin cuartel contra la pandemia que ha causado ya más de 122.800 muertos. La crisis sanitaria ha desatado una emergencia económica con cifras de caída productiva que no se veían en 80 años por esas latitudes. Las previsiones hablan de un descenso del 9,7 por ciento del PIB para este año y una subida moderada del 3,3 por ciento en 2021 (frente al 5,1 por ciento de Ecuador, el 6 por ciento de Argentina o el 9,2 por ciento de Perú).
El objetivo de López Obrador será atraer las inversiones de capital extranjero. Además de la corrupción, otro problema sistémico pendiente es la falta de seguridad. En los seis primeros meses de este año que expira México registró 17.349 asesinatos, un 1,7 por ciento más que en el mismo periodo del 2019.
Complicado será el panorama económico y político para dos de los países más destacados de la región. Dos naciones que se encuentran entre las más afectadas por la pandemia.
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