El Banco Central de Chile prevé una contracción de entre el 5,5% y el 7% del Producto Interior Bruto (PIB) este año, con una caída «significativamente mayor» en el segundo trimestre, mientras que durante 2021 y 2022, la economía se recuperará, con crecimientos de entre el 4,75% y el 6,25% en el primer año, y de entre el 3% y el 4% el segundo.
Así lo ha comunicado el presidente del instituto emisor Mario Marcel, este miércoles a través de su informe de política monetaria de junio presentado ante la Comisión de Hacienda del Senado, en el que se explica que las revisiones a la baja de las previsiones macroeconómicas se deben, principalmente, a la pandemia y sus efectos derivados.
El escenario central que maneja el Banco Central entiende que las medidas de confinamiento se relajarán durante el tercer trimestre y se logrará una reapertura gradual de la economía, permitiendo así una mejora paulatina de la actividad y del mercado laboral. Sin embargo, las medidas de distanciamiento social permanecerán a lo largo del tiempo, lo que hará que varios sectores tarden más en recuperar los niveles previos a la expansión de la pandemia.
Marcel ha resaltado que la situación por la que atraviesa Chile no dista de lo que ha sucedido en otros países, ni tampoco de lo que está ocurriendo en América Latina. «La evolución de la pandemia de Covid-19 y las acciones adoptadas para su contención constituyen un shock sin precedentes y de gran magnitud para la economía mundial», ha explicado.
En esta línea, Marcel ha afirmado que la situación actual del país poco tiene que ver con cualquiera de las recesiones de las últimas cuatro décadas, principalmente porque su origen no es económico. «El costo para el país de la actual crisis será elevado, y algunos sectores requerirán adecuaciones significativas ante cambios más duraderos en sus condiciones y modos de operación», agrega el presidente.
Pese a los impulsos monetarios articulados por el instituto emisor, que ha mantenido los tipos de interés en su nivel mínimo del 0,5% y desplegado recursos no convencionales por valor del 10% del PIB, Marcel ha advertido de que los escenarios reales podrán ser «aún más negativos» que los planteados en el informe, en especial por la magnitud de los efectos de la pandemia y la incertidumbre que la rodea sobre su duración o dimensión, lo que supone un riesgo a la estabilidad financiera.
«En una situación de ese tipo, con la tasa de política monetaria ya en su mínimo técnico, es posible que el Banco Central deba extremar el uso del instrumental de política que posee», avisa Marcel, quien ha añadido que, en este sentido, se ha valorado de manera especial el apoyo parlamentario a una reforma constitucional y legal que amplíe las facultades del Banco Central para actuar en situaciones excepcionales para preservar la estabilidad financiera.
Respecto al consumo privado, el instituto emisor estima que se contraerá en torno a un 6% en 2020, después de una fuerte caída en el segundo trimestre. Esta proyección asume que los hogares continuarán afectados por la bajada de ingresos y la elevada incertidumbre, los cuales son aliviados en parte con las medidas de protección social desarrolladas por las autoridades chilenas, tales como el Ingreso Familiar de Emergencia y los programas de apoyo fiscal enfocados a los más vulnerables.
En cuanto a la inversión, el presidente del Banco Central ha señalado que, en el escenario central, se contraerá un 16% este año, debido a una fuerte contracción de la inversión de los sectores no mineros, a causa de las restricciones de los flujos de caja corporativos y la «altísima» incertidumbre. A esto se suma el aplazamiento de proyectos en 2020, por lo que se espera un repunte de la inversión a partir de 2021 y 2022, entendiendo que para entonces ya se hayan despejado las incertidumbres o, al menos, aminorado.
El pronóstico para la inflación del país apunta a una reducción de en torno el 2% a cierre del año, proyectándose que solo hacia finales del segundo trimestre de 2022 se ubicará en torno al 3% anual.
Por último, Marcel ha reconocido que recuperar la economía de shocks como los que se están viviendo es una tarea compleja, pero «hay que seguir hasta el final». «No basta con tomar decisiones y comprometer recursos, debemos preocuparnos de su implementación, generar complementariedades con las medidas de otras autoridades; evaluar, ajustar y escalarlas de ser necesario», subraya el presidente de la entidad.
Así, el financiero chileno ha avisado que el país debe estar preparado para eventos adversos, incluyendo aquellos que ni siquiera se conocen. «En Chile y América Latina debemos prepararnos mejor no solo para esto, sino para enfrentar mejor emergencias económico-sociales, mejorando nuestros sistemas de protección social y los marcos regulatorios y la capacidad de movilizar el crédito», apostilla, indicando que todo esto implica recomponer cuanto antes «las holguras fiscales y financieras acumuladas durante décadas».
Marcel ha concluido enfatizando que la capacidad técnica y la creatividad no son suficientes para reemplazar la coordinación, la cooperación y el diálogo, por lo que, en esta crisis, no hay ningún actor que por sí solo pueda resolver los problemas más apremiantes del país y que cuando alguno trata de hacerlo, pronto comete errores que debilitan su confianza. «En esta coyuntura, la autonomía de diferentes instituciones no es un obstáculo para la cooperación y la coordinación», concluye.