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Víctimas chilenas de Colonia Dignidad reclaman ayuda de Alemania

Ocho hombres que sufrieron abusos sexuales durante la década de 1990 por parte de Schäfer remitieron una fuerte carta de reclamo al Gobierno germano.

Familiares Colonia Dignidad

Familiares Colonia Dignidad

Más de diez años después de la muerte del líder de la secta Colonia Dignidad, el alemán Paul Schäfer, las víctimas chilenas aún continúan aguardando una indemnización financiera.

Ocho hombres que sufrieron abusos sexuales durante la década de 1990 por parte de Schäfer remitieron una fuerte carta de reclamo al Gobierno germano.

En el texto piden al ministro de Relaciones Exteriores, Heiko Maas, que interceda a favor de los pagos de compensaciones aún pendientes ante el Gobierno chileno y las empresas que se encuentran en la actual Villa Baviera, en los terrenos de la antigua secta.

El Tribunal Supremo de Chile le había concedido a las víctimas pagos indemnizatorios por alrededor de 1,25 millones de euros (1,47 millones de dólares).

«Estos pagos no fueron efectuados hasta el día de hoy», advierte el escrito enviado al Ministerio de Relaciones Exteriores germano.

Las indemnizaciones debían ser desembolsadas por las empresas de Villa Baviera, a cambio de lo cual se liberaban activos confiscados de las compañías. Sin embargo, las firmas interpusieron recursos repetidamente para retrasar los pagos.

Alemania desembolsó ayudas por valor de 7.000 euros a víctimas alemanas y chilenas de Colonia Dignidad. Sin embargo, las indemnizaciones que dispuso la Justicia a los chilenos que como niños fueron enviados para tratamientos médicos a Colonia Dignidad, donde sufrieron abusos, no han sido pagadas hasta hoy.

«La República Federal no realiza hasta hoy lo que debería hacer», lamentó el abogado de las víctimas Hernán Fernández en un documental de la emisora ARD. «Alemania les debe a las víctimas que sean indemnizadas», aseveró.

El predicador laico Paul Schäfer se mudó con sus seguidores a Chile a comienzos de la década de 1960 y fundó Colonia Dignidad al pie de los Andes. La secta llegó a poseer predios de 17.000 hectáreas en el país sudamericano.

Durante décadas, hizo trabajar allí a los miembros de la secta sin salario, separó familias y abusó de niños. Además, bajo la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990), en sus terrenos fueron torturados y asesinados opositores al régimen.

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