«El mundo volvió a crecer, pero la riqueza necesitada no llegó a las manos de los más necesitados; no es sorpresa que la desigualdad fomente odio, extremismo y violencia, ni que la democracia esté amenazada; la globalización neoliberal fracasó», dijo.
Lula lamentó que tras la crisis económica de 2008 se decidiera socorrer al sector privado «en vez de fortalecer al Estado» y priorizar a las economías centrales en vez de apoyar a los países en vías de desarrollo.
El mandatario aprovechó su discurso para defender una de las principales propuestas de la presidencia brasileña del G20, la creación de un impuesto global a las grandes fortunas.
«Una tasa del dos por ciento sobre el patrimonio de individuos superricos podría generar recursos del orden de 250.000 millones de dólares por año para invertir en la lucha contra los desafíos sociales y ambientales de nuestro tiempo», afirmó.
También consideró «urgente» revisar reglas y políticas financieras que afectan desproporcionalmente a los países en desarrollo y recordó, por ejemplo, que la deuda externa de los países africanos es mayor que los recursos que tienen para infraestructura, salud y educación.
El líder brasileño señaló que el futuro será multipolar y que es clave construir una gobernanza que maximice las oportunidades y mitigue los riesgos de la Inteligencia Artificial.