Para Pérez, la OEA no revisó las 35.000 actas que presentaban posibles irregularidades, tal y como sostiene la organización, sino que llevó a cabo un «muestreo». «Esto nunca va a llevar a establecer cuáles eran las actas que realmente pudieron ser fraudulentas», ha matizado, según informaciones del canal de noticias BTV.
Así, ha explicado que el informe presentado por la OEA se basaba en «conjeturas» y no en «pruebas suficientes y competentes». «Este es un informe que no responde a una auditoría, ¿y por qué lo decimos?, porque claramente el Convenio establecía que la OEA debía pronunciarse sobre la verificación de actas», ha indicado.
En este sentido, ha señalado que el informe presentado «incumple todas las normas nacionales e internacionales requeridas». «Nosotros podemos establecer que este documento proporcionado por la OEA se basa en conjeturas y no en calidad de prueba competente y suficiente, que es un elemento fundamental para la auditoria», ha detallado.
Por su parte, el procurador general de Bolivia, Wilfredo Chávez, y el fiscal Edwin Quispe han arremetido contra la OEA, a la que culpan de la «desestabilización del país, precisamente por no hacer correctamente la auditoría».
El Gobierno de Bolivia mantiene que el supuesto fraude en las elecciones del 20 de octubre de 2019 «nunca se probó» y que, tras los comicios, se produjo un «golpe de Estado» que, con el «acompañamiento» de la OEA y la «complicidad» de «grupos insubordinados que rompieron la cadena de mando, forzaron la renuncia de las autoridades democráticamente constituidas», en palabras del actual presidente, Luis Arce.
El expresidente Evo Morales se había proclamado vencedor de las elecciones presidenciales de 2019, en las que buscaba un cuarto mandato, pero su principal rival, Carlos Mesa, que quedó segundo, denunció un «fraude gigantesco».
Las partes accedieron a que la OEA realizara una auditoría con la que detectó «irregularidades». Morales dimitió el 10 de noviembre en medio de una ola de violencia que dejó más de 30 muertos. Jeanine Áñez, entonces ‘número dos’ del Senado, se proclamó presidenta interina para llenar el vacío de poder.