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Elecciones Generales

Argentina encara unas elecciones decisivas sin certezas sobre quién ganará la presidencia

Argentina salta de sorpresa en sorpresa en cada convocatoria electoral.

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Más de 35 millones de argentinos están convocados a votar este domingo por su próximo presidente en la segunda vuelta de los comicios generales, tras casi cinco meses de una campaña electoral extenuante que no permite avizorar cuál será su desenlace y que entraña cambios de trascendencia para el país, más allá de la alternancia institucional.

El fenómeno político que ha supuesto en Argentina la irrupción del diputado y economista Javier Milei, líder de La Libertad Avanza (ultraderecha), cristaliza el inicio de un nuevo ciclo en la nación sudamericana.

Ese comienzo marca el ocaso de las fuerzas tradicionales dominantes en las últimas dos décadas, sea la del kirchnerismo, que identificó a los Gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández (2007-2015) o la del macrismo, que tuvo a Mauricio Macri como jefe del Poder Ejecutivo entre 2015 y 2019 y fue la principal fuerza de la oposición cuando no le tocó gobernar.

SOBRESALTOS ELECTORALES

Argentina salta de sorpresa en sorpresa en cada convocatoria electoral. En las primarias del 13 de agosto, el país quedó estupefacto con el arrollador desempeño del diputado y economista de ultraderecha, que logró casi el 30 por ciento de los sufragios y se erigió como la fuerza más votada, con el apoyo de 7,3 millones de personas.

En aquellos comicios, la coalición gobernante Unión por la Patria (peronista), que postula como presidente al ministro de Economía, Sergio Massa, quedó relegada al tercer lugar, a 630.000 votos de distancia de La Libertad Avanza, en un escenario de tercios que parecía dejar con mayores posibilidades de entrar a la segunda vuelta a Juntos por el Cambio, la alianza opositora que llevó a Macri al poder y que presentó como candidata a quien fuera su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.

El asombro no abandonó Argentina con el resultado de la primera vuelta del 22 de octubre, cuando el ministro de Economía sumó tres millones de votos y asegurarse el 36,7 por ciento de las adhesiones, con lo que desplazó del primer lugar a su rival de ultraderecha, clavado con el mismo porcentaje de votos, por más que sumó 700.000 sufragios.

Sin poder orientarse con las encuestas, que no anticiparon el claro dominio de Milei en las elecciones primarias ni la notable remontada de Massa en la primera vuelta, Argentina encara a tientas el último tramo del prolongado proceso electoral, en vísperas del 40 aniversario de su regreso a la democracia.

Sin despliegue territorial ni una estructura partidaria consistente, el candidato de La Libertad Avanza, cuyo primer cargo público lo obtuvo en 2021 al ser electo diputado por la capital, aspira a «dar la vuelta a los resultados» con el apoyo explícito de Bullrich y de su jefe político, Macri, que lo ayudarán en la fiscalización de los comicios.

Por más que la lucha contra la «casta» -como define despectivamente Milei a la gran mayoría del sistema político-, fue una de sus principales consignas electorales, el economista confía en conseguir gran parte del caudal electoral que se decantó por el «cambio» que representaba la coalición fundada por Macri.

No obstante, algunos espacios que integran la alianza, como el radicalismo, han explicitado su rechazo al candidato ultraderechista.

DEMOCRACIA EN RIESGO

La dolarización y la eliminación del Banco Central, la libre portación de armas, la compraventa de bebés y de órganos y la privatización de las empresas públicas son parte del menú de propuestas del líder de La Libertad Avanza.

En sintonía con su compañera de fórmula, la diputada y abogada Victoria Villarruel, que niega el plan sistemático de exterminio que ejecutó la última dictadura cívico-militar (1976-1983) y reclama el juzgamiento de los delitos cometidos por la guerrilla en los años 70, el economista justifica como «excesos» los crímenes de lesa humanidad del terrorismo de Estado y niega que la represión castrense causara 30.000 desaparecidos, cifra asumida por las entidades de derechos humanos y por la justicia argentina.

Con el insulto y la descalificación presentes en su forma de hacer política, el legislador puja por reescribir la historia en el fragor de una batalla cultural que pone en jaque los consensos democráticos alcanzados por el país en las últimas décadas. Así ha logrado pergeñar un nuevo relato que se enraiza en una crisis de representación política por el paulatino deterioro de la calidad de vida.

Sus rasgos y propuestas autoritarias han encendido una alarma en parte de la sociedad y mientras se sucedían los posicionamientos públicos en su contra por parte de movimientos, asociaciones y colectivos de toda índole, algunos ciudadanos se atrevieron a tomar la palabra en espacios públicos para advertir sobre el peligro que implica el voto a Milei.

Algo inédito en la democracia argentina son las sospechas de fraude que La Libertad Avanza trata de agitar en pleno proceso electoral. En una presentación ante la justicia realizada a horas de la segunda vuelta, la fuerza ultraderechista se refirió a «conductas irregulares» en las elecciones del 22 de octubre y acusó a la Gendermería de cambiar «el contenido de las urnas y la documentación» en favor de Sergio Massa.

Los dirigentes de la agrupación de ultraderecha no pudieron sostener la denuncia ante la justicia por no contar con pruebas que la sustentaran.

REALIDAD VERSUS PROMESAS

Si no tuviera como contrincante a Milei, poco aliento habrían tenido las aspiraciones presidenciales del candidato de la coalición oficialista, que desde que asumió su cargo, en agosto de 2022, vio cómo la inflación prácticamente se duplicó.

Con una pobreza en ascenso y que supera el 40 por ciento, una fragilidad económica que se refleja en la escasez de reservas del Banco Central o en la brecha cambiaria que existe entre la cotización del dólar oficial y la que se obtiene en el mercado informal, su gestión como ministro es su flanco más débil.

El acuerdo vigente con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para reestructurar una deuda de 44.000 millones de dólares heredada del Gobierno de Macri también ha sido uno de sus principales quebraderos de cabeza, por los vencimientos de los intereses de deuda que hubo que afrontar y por los condicionantes que conllevan los desembolsos del organismo.

Massa ha tenido la habilidad de compaginar su papel de candidato con el de ministro, lo que él mismo había descartado por considerarlo imposible, y al mismo tiempo que devaluaba la moneda o ejecutaba un ajuste del gasto público, prometía superávit fiscal y comercial, un tipo de cambio competitivo y el desarrollo con inclusión del país.

Promotor de un «Gobierno de unidad», el candidato oficialista adelantó que el ministro de Economía de su eventual Ejecutivo será de otro sector político y que la mitad del directorio del Banco Central también provendrá de la oposición.

El próximo presidente asumirá el 10 de diciembre, día en que Argentina cumple 40 años ininterrumpidos en democracia.

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