Femicidios

La Amazonía, una luz roja para el feminicidio en Ecuador

La región concentra los niveles más altos de violencia de género en relación con su población, según datos de Fundación ALDEA y el proyecto Nos crecieron alas.

Vista aérea de la Amazonía ecuatoriana con ríos y selva.

La Amazonía Ecuatoriana

La Amazonía ecuatoriana femicidios mantiene una tendencia creciente desde 2014, con Sucumbíos y Orellana como las provincias más afectadas. Organizaciones alertan de falta de inversión pública y servicios básicos para prevenir la violencia contra mujeres y niñas.

La tendencia creciente en la tasa de femicidios en la Amazonía ecuatoriana pone un foco rojo sobre esa región, considerada la más afectada por esta problemática a nivel nacional en comparación con su población.

«Desde el 2014 y hasta el 15 de noviembre (de 2025) se nota un incremento del número de femicidios de la Amazonía ecuatoriana (…) se ha logrado una mayor visibilización de la problemática de la violencia en esa región, y al mismo tiempo (esta) podría explicarse también por un incremento de la violencia generalizada en el país hacia las mujeres y niñas», señaló la directora de la Fundación ALDEA, Geraldine Guerra, en entrevista con la Agencia Sputnik.

La Fundación ALDEA documentó desde el 1 de enero hasta el 15 de noviembre de este año 349 muertes violentas de mujeres por razones de género en el país y, del total, 20 corresponden a la Amazonía ecuatoriana.

De esta última cifra, nueve feminicidios fueron en la provincia de Sucumbíos (noreste); cuatro en Orellana, tres en Pastaza, dos en Morona Santiago y dos en Zamora Chinchipe. En total, en los últimos 11 años, suman 157 casos, según un estudio del proyecto «Nos crecieron alas».

A nivel nacional han sido documentados los 2.331 feminicidios desde 2014, año en que se tipificó el delito y se estableció como sanción hasta 34 años y ocho meses de cárcel para los autores.

Guerra resaltó la labor conjunta entre la Fundación ALDEA y la Red de Mujeres Amazónicas, que este año desplegaron la campaña Amazonía Libre de Violencias, con mensajes en español y en idiomas nativos (shuar, achuar, kichwa amazónico).

No obstante, indicó que no se cumple la Ley de Circunscripción Territorial Amazónica para que los Gobiernos locales destinen el cinco por ciento de sus presupuestos a la prevención y atención de la violencia contra mujeres y niñas.

Janeth Simisterra, una de las beneficiadas del proyecto «Nos crecieron alas», expuso a esta agencia que es loable el esfuerzo realizado desde la sociedad civil en la provincia de Orellana ante la falta de presencia del Estado, con servicios básicos de calidad.

«En coordinación con la Fundación Ayllu Huarmicuna saben traer lideresas para compartir testimonios y ver el trabajo que se realiza en cada una de las fundaciones donde ellos han aportado su granito de arena», apuntó.

REGIÓN SACRIFICADA

La directora de la Fundación ALDEA señaló que la Amazonía ecuatoriana es una zona «sacrificada» por el Estado, pese a que es allí donde se sacan los principales recursos naturales del país (petróleo y minería), ya que no existe reinversión en el desarrollo local de la riqueza extraída.

«Es una región sacrificada en beneficio de unos pocos, de las transnacionales, de las empresas extractivas y que no logra establecer condiciones dignas para la vida, entre estas está ejercicio del derecho a una vida libre de violencia para mujeres y niñas», aseguró.

Añadió que, pese a esta situación, en la Amazonía solamente existen dos casas de acogida de la sociedad civil para mujeres violentadas, una en Sucumbíos (Casa Amiga) y otra en Orellana (Casa Paula), y una en Napo y en otras muy pocos servicios.

«Tiene que tener mayor presencia el Estado, con todos los recursos, porque las carreteras son pésimas, los servicios básicos, el alcantarillado es pésimo, la alimentación es muy cara, el transporte también, entonces es como una tierra de nadie», apuntó Simisterra.

En su caso, resaltó que su organización laboral recibió capacitación laboral y sobre la violencia y logró el registro sanitario para comercializar sus productos de limpieza, un paso para empoderar a sus integrantes.

El proyecto Nos Crecieron Alas elaboró por primera vez el mapa de femicidios, el cual permitió demostrar que la Amazonía es la región ecuatoriana con más incidencia de ese tipo de crimen en relación con su población.

«Según ese monitoreo, detectamos que 157 mujeres fueron asesinadas por razones de género entre el 1 de enero del 2014 hasta el 22 de mayo del 2025. Entre ellos hubo un transfeminicidio y sabemos también que 71 víctimas eran madres», indicó a la Agencia Sputnik, Nicoletta Marinelli, coordinadora del proyecto.

Apuntó que otro dato obtenido es que en la Amazonía las víctimas de los feminicidios son más jóvenes (24 años) en relación con el resto del país (35 años).

SUCUMBÍOS Y ORELLANA, LAS MÁS VIOLENTAS

Marinelli refirió que las provincias amazónicas de Sucumbíos y Orellana exhiben altísimas tasas de feminicidios que marcan 5,2 mujeres cada 100.000, mucho más del doble del resto del país (2,1) y por encima de otras densamente pobladas como Guayas y Pichincha (sur), consideradas las más importantes de Ecuador.

«Sobre todo es en la provincia de Sucumbíos, en donde registramos por sí sola casi la mitad de los femicidios de la región amazónica», anotó.

En su consideración, esta provincia debería ser objeto de estudio respecto al fenómeno del feminicidio, con 63 casos en los últimos 11 años, al estar ubicada en la zona fronteriza.

En el caso de Orellana, esta provincia suma 33 feminicidios en el mismo periodo, ocupando el segundo puesto; seguida de Morona Santiago con 26 casos.

Marinelli expuso que en esa región podrían existir feminicidios no identificados, debido a que existen zonas alejadas a donde no llega el Estado y a las organizaciones de la sociedad civil se les dificulta ingresar.

«En palabras más crudas, seguramente hay mujeres cuyos cuerpos están en la selva y que nosotros nunca vamos a saber que ha sucedido ese feminicidio», indicó.

En su consideración, en esta región amazónica un sistema machista y patriarcal en estas comunidades.

«Esto se debe a patrones culturales; esto ya viene de las personas a quienes se les ha enseñado, se les ha inculcado que la mujer toma unos roles y los hombres otros», señaló Simisterra.

Marinelli alertó que, pese a las normas vigentes, como la Ley Orgánica de Prevención y Erradicación de la Violencia Contra las Mujeres (2019), estas «no se están implementando en los territorios».

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