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Proceso de Paz

Colombia y el ELN emprenden en Venezuela un nuevo intento de paz

El objetivo es reactivar un proceso que entró en crisis en agosto pasado.

ELN

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En medio de un contexto tenso y con el recuerdo reciente de ataques que pusieron en duda la continuidad del proceso, el Gobierno de Colombia y la guerrilla Ejército de Liberación Nacional (ELN) decidieron el 1 de noviembre retomar sus diálogos de paz en Caracas, Venezuela.

El objetivo es reactivar un proceso que entró en crisis en agosto pasado, al terminar el cese al fuego bilateral, y que se complicó aún más después de un ataque del ELN en septiembre, que dejó varios soldados muertos y heridos en Arauca.

Este evento llevó al Gobierno de Colombia a suspender las negociaciones; sin embargo, tras semanas de incertidumbre, ambas partes parecen dispuestas a intentarlo de nuevo.

Cristina Nicholls, abogada y experta en derechos humanos y paz, señaló a la Agencia Sputnik que esta reunión es crucial para la búsqueda de paz en el país.

«Sin duda alguna, aquí se definirá si se continúa con el diálogo o si, definitivamente, se rompe la mesa, como ha sucedido en múltiples ocasiones entre el ELN y el Estado colombiano», indicó.

El equipo gubernamental, encabezado por Vera Grabe, llega a la mesa con una estrategia que incluye no solo la reanudación del cese al fuego, sino también la participación ciudadana y la implementación de dinámicas humanitarias para proteger a las comunidades afectadas por el conflicto.

«Es importante entender que esta conversación no será fácil. Fue el propio presidente (colombiano) Gustavo Petro quien le dijo al ELN «ya no más» en una alocución reciente, señalando la ruptura de los diálogos tras el ataque a militares», destacó Nicholls.

La experta subrayó la importancia de retomar el cese al fuego bilateral, «especialmente debido al recrudecimiento de la confrontación armada en los últimos días. Esto permitiría crear un ambiente de confianza y tranquilidad para abordar los puntos clave de la negociación».

Sin embargo, el proceso enfrenta una complejidad añadida: la necesidad de que el ELN demuestre una verdadera voluntad de avanzar hacia acuerdos concretos que trasciendan el papel, un reto difícil en un país donde la desconfianza y la fragmentación aún prevalecen.

Petro ha sido claro en su enfoque: la paz es una de las apuestas centrales de su gobierno. No obstante, las tensiones con el ELN han puesto en entredicho hasta dónde está dispuesto a llegar el grupo armado en este proceso.

A diferencia de otros grupos insurgentes, el ELN se caracteriza por su estructura descentralizada y la autonomía de sus frentes, lo cual ha dificultado históricamente las negociaciones, ya que no siempre es fácil asegurar el cumplimiento de compromisos alcanzados en la mesa de diálogo.

En Caracas, Petro deberá afrontar este desafío y buscar respuestas claras de un grupo que, aunque dispuesto a dialogar, mantiene una retórica crítica frente al Estado colombiano.

La comunidad internacional observa atentamente. Países garantes como Venezuela, Cuba, Noruega, México, Brasil y Chile han reafirmado su apoyo a las conversaciones, subrayando la importancia de que Colombia logre consolidar una paz duradera.

Nicholls destacó el papel de Venezuela en el proceso, «sobre todo porque el ELN tiene una fuerte presencia en la frontera colombo-venezolana. De hecho, varios de sus integrantes residen en Venezuela y, según algunos estudios, tienen cierto nivel de conexión con la guardia venezolana».

Nicholls también afirmó que es importante «involucrar a este país en las conversaciones». Además, el éxito de las negociaciones dependerá de si Colombia mantiene «una postura diplomática frente a las elecciones pasadas en Venezuela, orientada a promover una transición pacífica en el poder. Creo que este es un punto clave a reflexionar».

Para el Gobierno de Petro, el proceso de paz con el ELN tiene un valor estratégico tanto en términos de seguridad como político. En un momento en que Colombia enfrenta un contexto polarizado, cualquier avance en este proceso podría fortalecer la legitimidad de su administración y consolidar su propuesta de «paz total».

Una nueva ruptura en los diálogos podría tener consecuencias graves, no solo en términos de seguridad, sino también en el respaldo de sectores que apoyan esta política de pacificación.

Los diálogos en Caracas representan no solo una oportunidad para la paz, sino también un punto de inflexión. Petro y su equipo deberán negociar con un ojo puesto en el pasado y otro en el futuro, con el objetivo de evitar los errores de procesos anteriores que dejaron a Colombia con acuerdos frágiles y sin una paz consolidada.

«Como sociedad civil, también debemos mantenernos atentos a este proceso, de manera que el ELN finalmente se comprometa de forma seria con esta oportunidad de paz», concluyó Nicholls.

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