En concreto, se espera que el índice de demanda crezca en 2022 a un ritmo inferior al año previo y, en 2023, sufriría una reducción de casi un tercio respecto a los niveles de 2021.
Esta tendencia afectará de manera generalizada a toda la región de América Latina, aunque tendrá un efecto mayor entre los países de Centroamérica y el Caribe, que recientemente han mostrado una alta actividad en términos de comercio internacional.
Esta desaceleración contrasta con la mejora de algunos datos económicos de cara al próximo año, como la caída de los precios de algunos productos básicos o un menor coste del transporte marítimo, que ya registró en noviembre su octavo mes consecutivo a la baja.
Además, el comercio mundial de servicios viene superando los niveles de 2019 desde el primer trimestre de 2021, principalmente impulsado por la recuperación de la demanda internacional. En la región, las exportaciones de servicios alcanzaron los niveles de 2019 a comienzos de 2022.
No obstante, se observa «una fuerte incertidumbre», a pesar de la caída generalizada de los precios a partir de la segunda mitad de este año, provocada por la desaceleración económica.