La agencia ha explicado que la continua crisis de la cadena de suministro está acelerando la inflación y deteriorando el poder adquisitivo de los consumidores latinoamericanos, lo que, en consecuencia, provoca un ajuste de la política monetaria a nivel
global y aumenta la volatilidad de los mercados financieros, la revaluación de los activos así como el endurecimiento de las condiciones crediticias.
Todo ello desemboca en un entorno de pérdida de crecimiento y confianza en los inversores de la región, según explica el director de la agencia Marcos Schmidt.
«En este contexto, la calidad crediticia de las empresas no financieras y de infraestructura de América Latina será diversa: esperamos que los emisores en Colombia y México tengan una calidad crediticia lo suficientemente sólida como para hacer frente a la ralentización del crecimiento actual, mientras que los emisores en Argentina, Brasil, Chile y Perú experimentarán un deterioro de su calidad crediticia», ha añadido Schmidt.
Por países, los desequilibrios macroeconómicos ejercerán presión en las empresas argentinas hasta 2023, mientras que la solidez del resultado bruto de explotación (Ebitda) y la generación de efectivo de las empresas en Brasil disminuirá hasta este mismo año, lo que debilitará la calidad crediticia de las empresas calificadas en términos generales.
La calidad crediticia de las empresas no financieras en Chile se deteriorará hasta mediados de 2023 debido a los altos niveles de inflación y tasas de interés. Asimismo, la calidad crediticia de muchas empresas no financieras y de infraestructura en Perú se deteriorará hasta este año. Colombia, por su parte, mantendrá su dinamismo económico en 2023, a pesar del shock inflacionario.
En última instancia, el Ebitda y proyectos de infraestructura en México seguirá bajo presión, ya que la incertidumbre política y otros riesgos socavarán la confianza de los inversores.