«A los que quieren hacerme inelegible (en las elecciones de 2022) les digo: sólo Dios me saca de allí», afirmó y añadió que sólo terminará su mandato «muerto o con victoria», pero no preso: «(Quiero) decirles a los canallas: Yo nunca seré preso, mi vida pertenece a Dios, pero la victoria es de todos nosotros».
Bolsonaro se dirigió a decenas de miles de simpatizantes que desde horas antes lo esperaban en la avenida Paulista del centro de la ciudad, con mensajes antidemocráticos y de carácter golpista.
El presidente atacó especialmente al juez del Supremo Tribunal Federal, Alexandre de Moraes, que en la corte se encarga de investigar los ataques a las instituciones democráticas y quién los financia, lo que en las últimas semanas derivó en detenciones a varios aliados de extrema derecha.
«O ese juez se encuadra o que dimita», afirmó Bolsonaro, después de decir en tono de ultimátum que Moraes tuvo todas las oportunidades posibles para «respetar» a los bolsonaristas y a la Constitución y que no lo hizo.
Como ejemplo de esas provocaciones, Bolsonaro citó el hecho que de que el juez autorizara a la policía a retener en el aeropuerto de Brasilia e interrogar a un exasesor del presidente de EEUU, Donald Trump (2017-2021), Jason Miller, por sus posibles conexiones con los movimientos golpistas de Brasil.
Bolsonaro también criticó a otro de los jueces del Supremo, Luis Roberto Barroso, que a su vez preside el Tribunal Superior Electoral, el órgano que organiza y certifica el resultado de las elecciones.
«No es una persona del Supremo la que nos va a decir que ese proceso es seguro y confiable», dijo el presidente, que una vez más sembró dudas sobre la fiabilidad del sistema electoral de urnas electrónicas.
Bolsonaro afirmó que no puede «participar de una farsa, como la patrocinada por el presidente del TSE (Tribunal Supremo Electoral)», insinuando de alguna manera que baraja la posibilidad de no presentarse a las elecciones al no considerarlas fiables.
Por la mañana, Bolsonaro participó en la manifestación organizada por sus seguidores en Brasilia, donde también lanzó amenazas a los jueces.