En vísperas de la celebración de una segunda ronda de contactos en Ciudad de México, los miembros del grupo han instado a los bandos políticos venezolanos a «participar de manera constructiva y de buena fe» en la mesa de negociaciones, ya que precisamente una negociación «es la única salida a la crisis que atraviesa Venezuela».
Esta negociación, han destacado, debe ser política y debe concluir en la «organización de elecciones creíbles, libres y transparentes de acuerdo con el marco constitucional y legal de Venezuela».
La cita, que se extenderá desde el 3 hasta el 6 de septiembre, está precedida por un memorando de entendimiento firmado por ambas partes, que plantea ambiciones en materia de «derechos políticos», «garantías electorales», «convivencia política» o «protección de la economía». También plantea «levantamiento de las sanciones» y «restauración de derecho a activos» que permanecen congelados a día de hoy, una de las grandes reivindicaciones de Maduro y su entorno.
Los dos bandos se vieron las caras a mediados del mes de agosto, en un gesto ya relevante habida cuenta del desprecio público que se han profesado durante los últimos años, marcados por una bicefalia en la que, frente a Maduro, el opositor Juan Guaidó se ha reivindicado ante Venezuela y el mundo como ‘presidente encargado’ y, por tanto, legítimo.