El fiscal del distrito de Kenosha –en el estado de Wisconsin–, Michael Graveley, ha anunciado este martes que no se presentarán cargos penales contra el agente de Policía que disparó por la espalda en hasta siete ocasiones al ciudadano afroamericano Jacob Blake el pasado 23 de agosto.
Los disparos contra Blake, de 29 años, que se encontraba frente a sus tres hijos, provocaron una nueva ola de manifestaciones en ciudades de todo Estados Unidos, iniciadas meses antes tras el asesinato de George Floyd a manos de la Policía el pasado 25 de mayo.
El oficial de la Policía de Kenosha, Rusten Sheskey, había acudido a una llamada sobre una disputa doméstica el 23 de agosto. El agente disparó contra Blake cuando esté intentaba acceder a una camioneta, después de un intento fallido de arrestarlo, según un informe del fiscal general del estado de Wisconsin, Josh Kaul.
Según las investigaciones previas, Blake portaba un cuchillo en el momento de los disparos, algo que sus allegados han negado en todo momento. El abogado Ben Crump ha mostrado la «inmensa decepción» de la familia de la víctima, que considera que esta decisión no sólo les ha fallado a ellos, sino también «a la comunidad que protestó y exigió justicia», cuenta la cadena CBS.
El suceso provocó protestas, marchas pacíficas y disturbios por todo el condado, que se saldaron también con dos muertes, después de que el supremacista blanco de 17 años Kyle Rittenhouse disparara contra una multitud.
Rittenhouse, quien hirió también a una tercera, ha logrado salir bajo fianza tras pagar dos millones de dólares, mientras se enfrenta a varios cargos, entre ellos el de homicidio intencionado que le podría acarrear una pena de cadena perpetua.
El gobernador demócrata de Wisconsin, Tony Evers, ha movilizado a unos 500 efectivos de la Guardia Nacional en previsión de posibles altercados y disturbios en protesta por la decisión del fiscal de distrito del condado de Kenosha.