«Enero poco, febrero loco», suele decirse en Bolivia como resumen de lo que ocurre en la temporada de lluvias veraniegas, pero este año las inundaciones parecen llegar antes, en el primer mes, y golpear particularmente a los más desprotegidos.
En el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), una exhuberante y poco accesible reserva de selva tropical en el centro del país, las lluvias se mantienen dentro del promedio pero las aguas provenientes de la cordillera andina amenazan con provocar inundaciones sin precedentes en décadas.
«Los ríos corren bravos, se desbordan, han destruido ya casas y sembradíos, pero apenas estamos en enero y la cosa va para peor, mientras la ayuda tiene que avanzar lentamente y con gran esfuerzo, aguas arriba, a contracorriente», dijo el secretario de Asuntos Indígenas del Departamento de Beni, Mardin Yorimo.
El funcionario, representante de la etnia Baure en el gobierno regional, hizo la declaración mientras, según dijo, se preparaba a salir en expedición fluvial desde la capital beniana, Trinidad, hacia el corazón del TIPNIS, donde unas 7.000 personas, todas indígenas, estaban cada vez más aisladas por las inundaciones.
AISLAMIENTO
¿Qué distancia hay entre Trinidad y las principales comunidades del TIPNIS?, preguntamos a Yorimo.
«Mire, aquí nosotros no medimos la distancia en kilómetros sino en horas de río, horas de navegación aguas arriba. De Trinidad a Gundonovia, que es el primer centro poblado importante de ingreso al TIPNIS, son por lo menos siete horas si vamos en deslizador, o el doble en un bote regular», explicó.
Los deslizadores son lanchas ligeras, con potentes motores fuera de borda, que pueden cursar los turbulentos ríos andino-amazónicos a relativamente alta velocidad y tienen gran maniobrabilidad, que resulta clave para esquivar árboles, troncos y diversos desechos arrastrados por las aguas.
Yorimo señaló que tendría que navegar unas cuatro horas más desde Gundonovia hasta el siguiente caserío indígena importante del TIPNIS, y así sucesivamente, para completar en no menos de una semana su recorrido de primeros auxilios, evaluación y prevención de daños por las más de 60 comunidades del parque y territorio indígena.
La precaria carretera de ingreso al parque está actualmente anegada e intransitable, en tanto que quedaba en toda la zona una pequeña pista de aviación operable, solo para avionetas «que son difíciles de conseguir, cuestan caro y llevan poca carga», señaló.
El nombre TIPNIS es desde hace poco más de una década símbolo de la defensa del medio ambiente y los derechos indígenas en Bolivia, después de que pobladores de la región y activistas ecológicos lograran impedir, con marchas, bloqueos y otras protestas, la construcción de una carretera que atravesaría el parque, impulsada por el Gobierno de Evo Morales (2006-2019).
Esa «victoria» ambientalista prolongaba el aislamiento de los indígenas del TIPNIS, notorio en situaciones de desastre como la actual, en la que requieren asistencia alimentaria y sanitaria.
«Casi no se puede llevar alimentos ni medicinas, y con las aguas llegan infecciones, y el coronavirus…», advirtió Yorimo.
DESASTRE
El funcionario y representante indígena dijo que al menos 30 comunidades del TIPNIS estaban «bajo las aguas» desde principios de esta semana y el pronóstico era que la inundación terminaría cubriendo en pocos días toda la reserva, de unas 13.700 kilómetros cuadrados.
«Desbordes de ríos hay todos los años en el TIPNIS, los más graves que se recuerdan fueron los de 2008 y 2014 pero lo que se viene ahora está resultando mucho peor, de no imaginarse porque estamos en enero y en fbrero será peor», lamentó el indígena.
Agregó: «Estamos soportando las crecidas provocadas solo por las lluvias en Cochabamba (centro), ni qué pensar lo que pasará con las lluvias del mismo TIPNIS que están recién empezando y traerán más agua a tierras y comunidades ya inundadas».
Yorimo indicó que las inundaciones en el TIPNIS habían obligado a muchos indígenas a dejar sus hogares y buscar refugio en las escasas alturas de la región, incluso en árboles, perdiendo sus precarias viviendas, sembradíos y animales domésticos.
«Es un gran desastre, pero afortundamente todos han salido a tiempo y no ha habido hasta ahora víctimas fatales», aseguró.
ALERTA ROJA
El departamento de Beni (centronorte) está declarado en alerta roja por el Servicio de Meteorología, que pronosticó lluvias cada vez más intensas en las próximas semanas, con alta probabilidad de inundaciones urbanas en esa región tropical cuyos ríos alimentan a la cuenca del Amazonas.
La alerta máxima abarca también al departamento vecino de Cochabamba, donde está la región productora de coca de Chapare que colinda con el parque beniano.
Otros seis de los nueve departamentos bolivianos estaban en alerta naranja por las lluvias e inundaciones, que han dejado ya más de 15.000 familias afectadas, según el servicio de defensa civil.
Yorimo dijo que los habitantes de Beni saben que las inundaciones en el TIPNIS suelen anticipar grandes desbordes de ríos en todo ese departamento, en febrero y eventualmente hasta marzo.