Las fuerzas de seguridad de Guatemala han deportado a Honduras en estos últimos días a más de 3.300 migrantes, en el marco de los esfuerzos de las autoridades guatemaltecas por contener varias ‘caravanas’ que habían partido desde el país vecino y aspiraban a seguir rumbo al norte.
«Los guatemaltecos siempre hemos sido solidarios con nuestros hermanos centroamericanos, pero en este momento, y con las circunstancias que estamos viviendo, debo poner primero la salud y la seguridad del pueblo de Guatemala», ha explicado el presidente, Alejandro Giammattei, en un discurso a la nación.
Giammattei ya declaró el estado de prevención en las regiones fronterizas ante la llegada masiva de migrantes, en aras de garantizar «la salud y la seguridad». Hasta el domingo a mediodía, «se había logrado repatriar a 3.384 ciudadanos hondureños», según el mandatario.
El presidente ha reconocido que «el ser humano tiene el derecho de tratar de buscar una mejor calidad de vida», pero ha abogado por una migración «regular» y en la que se cumplan «los requisitos y protocolos» establecidos.
«No como sucedió con este grupo de migrantes que irrumpió, incluso con violencia, en nuestro país», ha añadido Giammattei, quien ha descrito como «determinantes» las acciones de las fuerzas de seguridad, siempre –ha añadido– «respetando los derechos» de los migrantes.
Los migrantes se saltaron el jueves los controles para acceder a territorio guatemalteco, paso previo a un trayecto que aspiraban a seguir en México, que optó por cerrar su frontera sur para evitar la llegada de estos grupos. Para muchos de ellos el final del viaje está en Estados Unidos.