Nuestro colaborador, Juan Carlos Zapata, sigue con sus análisis detallados sobre el día a día en las esferas del poder venezolano. En esta nueva entrega de la serie, Zapata nos sitúa ante la personalidad y las tribulaciones de un funcionario leal al presidente Hugo Chávez que pasa por momentos duros: Rafael Ramírez, el ministro de Energía y presidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA). Nuestro colaborador, Juan Carlos Zapata, sigue con sus análisis detallados sobre el día a día en las esferas del poder venezolano. En esta nueva entrega de la serie, Zapata nos sitúa ante la personalidad y las tribulaciones de un funcionario leal al presidente Hugo Chávez que pasa por momentos duros: Rafael Ramírez, el ministro de Energía y presidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Uno (I)
-Ramírez, Jesse y Diosdado son los más eficientes. Son los que mejor se comportan con Cuba.
La frase es de un viejo diálogo con una alta fuente de la Cancillería cubana. Hace referencia a que en el Gobierno son tres los funcionarios más diligentes con Cuba.
-Se les solicita algo y lo ejecutan rápido.
Jesse Chacón ya salió, puesto a resguardo por el caso de su hermano Arné. Anda de encuestador, como Nelson Merentes lo estuvo una vez, esperando el momento oportuno de que todo se olvide y lo llamen para otro cargo, como a Merentes al Banco Central.
-Y los tres son los menos que andan pregonando su amistad con Cuba.
Diosdado Cabello anda en campaña. Opta a la diputación por Monagas. Quiere ser presidente de la Asamblea Nacional.
-En cambio esos que repiten ser muy amigos de Cuba y Fidel, que se rasgan las vestiduras por Cuba, son los menos eficientes a la orden de llevar a cabo un convenio, un acuerdo.
Rafael Ramírez sigue al frente de PDVSA. Ya fue defendido por Alí Rodríguez. Ya fue exculpado por la fiscal. Ya fue ratificado por Hugo Chávez. ¿Cuál es la razón?
Dos (II)
En el código totalitario y en la anticultura autoritaria la permanencia en el cargo de un funcionario se debe más a la lealtad que a su rendimiento. En la hoja de servicio de Ramírez hay más atenciones al Presidente y al Proceso, que resultados. Ramírez es el artífice de que PDVSA sea caja roja del Gobierno. Y estructura proselitista. Y maquinaria política, de lobby nacional e internacional, y de poder.
En el código cubano, la lealtad es la madre de todas las pruebas. Y Ramírez, lo ha sido con Chávez. En medio del escándalo del maletín de los $800.000, lloró pero no habló. En medio del escándalo de Pudreval, sale con aquello de nacionalizar los taladros de una empresa gringa, pegar unos cuantos gritos en Anaco contra el imperio, por el socialismo y la soberanía nacional.
En verdad, Ramírez sabe mucho, y es leal. Lo es todavía, pese a que en su grupo amenaza la división. Ya se jalan los cabellos. Ya unos dicen de los otros que no pagarán los platos rotos que no les pertenecen. Pero Ramírez los ha mantenido callados.
Por eso Chávez todavía lo defiende, descargando culpas sobre Luis Pulido, instándolo a que asuma su responsabilidad y no estar tratando “de echarle la culpa al otro”. O sea, a Ramírez. “Está bien, te dieron una orden, pero nadie te dio la orden de que dejaras perder ese poco de comida, porque no son cuatro pollos… ¿y el daño al patrimonio público?». Hay que fijarse que la molestia es más por lo que ha dicho Pulido que por lo que hizo.
Porque Ramírez no es Baduel, que dio un discurso contra el modelo económico y el estatismo y los peligros de volver al socialismo real. Ramírez no es Acosta Carles, que decía que mejor trabajar con los empresarios que con los enviados del PSUV, y además creerse candidato presidencial. Ramírez no es Velásquez Alvaray, creyéndose el magistrado más poderoso del país y de paso metido a solucionarle casos al enemigo.
Tres (III)
Así que Chávez está premiando la lealtad de Ramírez. No castigando la corrupción. Ya lo dijo: «no creo que el caso de los alimentos dañados haya sido planificado, es difícil pensar que alguien trajo unos alimentos para que se echen a perder (… ) No le quito gravedad, no lo estoy justificando».
Y claro que le está quitando gravedad. Y lo está justificando. La corrupción no se planifica. La corrupción es. Va apareciendo en la medida en que los elementos lo permiten: la impunidad, la fiscalía que no investiga, la Contraloría que guarda silencio, los controles sueltos. La facilidad con que se hace y se oculta el dinero.
En el caso de PDVAL, es conocida la improvisación con que se montó el organismo. Y visto el desorden, los funcionarios, y los primitos, y los amiguitos, y los privilegiados, comenzaron a proponer compra sobre compra, y aquí es donde fallan Pulido, y Virginia Mares, y Rafael Ramírez, y Diosdado Cabello y Elsa Gutiérrez Graffe y Ramón Carrizales y George Cabul, entre otros: que siguieron dándole largas a las compras como si PDVAL tuviera capacidad de distribución y Bolipuertos capacidad de almacenaje.
Ahí es donde entran las sospechas de que no sea sólo negligencia. ¿Cómo es que ahora sí aparece el informe de Pulido? ¿Cómo es que ahora la Mares se da cuenta de no había capacidad para distribuir? ¿Y un informe de PDVSA señala que no había gente capacitada para abordar el esquema de la comida? ¿Y cómo es que cuando ocurre la demanda en Miami de un proveedor no se analiza lo que está ocurriendo? Por supuesto, lo que comenzó improvisado, terminó siendo planificado. Por ello el miedo en el entorno de Ramírez.
Cuatro (IV)
Y claro que Chávez también sabe esto. Pero ya no puede botar a Ramírez. Y tampoco pasar por alto el caso. Tiene que admitirlo, a su manera, pues al principio quiso restarle importancia al escándalo. Llegó a decir con Jaua que era más mediático que otra cosa. Y las declaraciones anteriores, en las cuales reconoce la gravedad problema, sólo fueron posibles tras el vuelo de las denuncias, recurrentes en la prensa. Todo un caso imposible de tapar, al punto que el ex-director de la Disip-Sebin Eliécer Otaiza, le atribuyó la responsabilidad a un supuesto gobierno paralelo de la corrupción.
En qué se queda: Su gente habla de gobierno paralelo de la corrupción, y Chávez intentando restarle importancia. Es triste. Y puede caber dentro de lo posible que la intervención del Banco Federal, justo ahora, fue para desviar la atención. Tan así, que llegó a afirmar que el caso del Banco Federal es “mil veces más corrupto” que el de PDVAL. En su opinión, la quiebra del banco fue «un hecho premeditado, alevoso, planificado».
Ahí está Chávez, empeñado por un lado en desviar la atención del caso; por el otro, restándole importancia al compararlo con el caso del Federal, con los montos que se habría llevado el banquero; y por último, descargando el peso de la culpa en Pulido, el subalterno.
Sin embargo, con algo no puede: con dos realidades. Una, la del escándalo que no era posible tapar, reconociendo él mismo que se llegó a ello por el volumen de alimentos importados a fin de garantizar la seguridad alimentaria, y Pulido se descuidó. Segunda, la operación del conflicto interno, cuya dimensión se le escapó de las manos a alguien.
Pero mientras Ramírez no se salga del carril, puede dormir tranquilo. Muy guapo y apoyado.