En la segunda entrega de su detallado informe sobre las maras en Latinoamérica, nuestro colaborador Omar Arias Mele, aborda los estilos de identificación usados por estos pandilleros, las jerarquías de las organizaciones y lo símbolos de unidad que utilizan. En la segunda entrega de su detallado informe sobre las maras en Latinoamérica, nuestro colaborador Omar Arias Mele, aborda los estilos de identificación usados por estos pandilleros, las jerarquías de las organizaciones y lo símbolos de unidad que utilizan.
Como identificación, los pertenecientes a la Mara Salvatrucha se suelen tatuar MS 13 o en el caso de su Rival M 18; junto a otros motivos como ser calaveras, cruces gramadas, la imagen de la Virgen (normalmente la de Guadalupe), telas de arañas, ataúdes, tigres, dragones, serpientes, las dos caras simbolizando la tragedia y la comedia.
Algunos se realizan tatuajes con formas de lágrimas por cada vida tomada; también se realizan tres puntos en la zona del codo, en los nudillos o en el espacio entre el dedo pulgar y el índice que estaría significando su forma de vida “la vida loca” como ellos la llaman.
En lo que respeta a su imagen utilizan pantalones muy holgados, normalmente cabello rapado y su cuerpo cubierto con los tatuajes mencionados. Ellos han definido una especie de código gestual que denota pertenencia.
Identifican sus espacios con graffitis con símbolos que denotan la clica que gobierna la zona, éstos pueden ser imágenes religiosas como ser la Virgen María de Guadalupe o inscripciones en estilo gótico, los graffitis tratan de reflejar la historia del barrio como así los tatuajes que muestran la historia de quien los porta.
En la actualidad han dejado de utilizar tatuajes o vestimentas que los diferencien debido a que ésto los marca ante la sociedad. Sin embargo, esta misma sociedad, por la vía de la industria de la moda y de iconos como los jugadores de fútbol ha incoporado este tipo de ‘atrezzo’.
Dentro de las agrupaciones hay diferentes ámbitos de jerarquía. Primero está el aspirante que es un niño entre los 11 y 14 años aproximadamente, que para pasar de aspirante a simpatizante debe integrarse, estar en contacto con el grupo, participar de conversaciones, lograr su reconocimiento.
En cierto punto, la pandilla lo presiona para brincarlo o bautizarlo al barrio o “clica”. Si la presión es efectiva y él se bautiza – que el bautizo puede variar de diferentes formas – él pasa a ser un novato, ya es miembro de la pandilla, él ya tiene un apodo es alguien dentro de la mara.
Con el correr del tiempo a este novato le ponen ciertas misiones – “ojales” les llaman. Trabajos, que los hacer tomar “flecha” o jerarquía y pasa a ser un marero permanente.
Ya es un soldado, alguien que está permanente en la pandilla; ya no está con la familia, está 100% con ellos. Arriba de estos soldados, que son los brazos de las pandillas, está el master jomi, que es el subjefe y arriba el jefe, el mero mero, el líder y hay una jerarquía denominada Ranflero que es quien administra las armas, el dinero y cosas así.
Esta agrupación de jerarquía es para cada barrio o “clica”. Cada clica tiene la misma jerarquía y la reunión de tres o más clicas se llama “jenga” y arriba hay un coordinador de “jenga”. En todos los niveles hay quien tiene la primera y la segunda palabra éstos están por encima de los Ranfleros, la terminología no es la misma en todos los países, pero sí demuestran un grado organizacional importante y son estructuras totalmente dinámicas.
Tienen normas y sanciones para todo, en algunas ocasiones cuidan el consumo de drogas, alcohol; no atacar a un marero contrario si anda con un acompañante que no es de su mara o pandilla, no deben hacer cosas que el grupo no acepte, algo muy penalizado es entablar relación con alguien de la mara enemiga; tienen la obligación de participar en toda pelea que la mara esté envuelta.
No sólo los hombres ingresan a las maras sino también las mujeres, todos a muy temprana edad, comenta Mirian Ivon Cabezas (26) que perteneció a la M 18, a los 11 años comenzó a consumir drogas, el hermano la maltrataba físicamente, la madre psicológicamente, no aguantó más y se fue de su casa; a los 14 años la iniciaron con una golpiza, la mara pasó a ser su familia, eran sinceros, le daban amor y la comprendían.
Una forma de iniciación es la llamada brincadera o brinco, es una prueba de resistencia física y emocional ante el dolor, ya que cierto número de personas (tres, cuatro o cinco) brincan sobre la persona que desea ingresar y además lo agreden con patadas y golpes. Según informantes en la Mara Salvatrucha los golpes duran 13 segundos y en el caso de la M 18, duran 18 segundos.
El marero puede llegar a ponerse tatuajes como emblema del mérito personal que va adquiriendo con el tiempo.
Como continuación del proceso de iniciación, puede darse una orden o trabajo (robo, asalto o la muerte de una persona o rival), todo lleva a demostrar valor, tener agallas, saber manejar armas, soportar el dolor físico, lidiar con el peligro de morir, cualidades que los pandilleros necesitan reunir para pertenecer al grupo.