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Un amigo de Cristina Kirchner, al borde de la quiebra por culpa del Gobierno venezolano

Entre la espada y la pared

Cristina Fernández, presidenta de Argentina

Enrique Pescarmona, dueño de la empresa argentina Impsa, desembarcó en Caracas de la mano del ministro y amigo de Néstor Kirchner, Julio de Vido. Ahora se declaró en cesación de pagos y culpa a la morosidad del gobierno venezolano por su sequía financiera. Enrique Pescarmona, dueño de la empresa argentina Impsa, desembarcó en Caracas de la mano del ministro y amigo de Néstor Kirchner, Julio de Vido. Obtuvo contratos para reformas en los complejos de Macagua y Tocoma, denunciados en su momento por sobreprecios. Ahora se declaró en cesación de pagos y culpa a la morosidad del gobierno venezolano por su sequía financiera.

Según publica el portal Konzapata.com, el empresario amigo de Cristina Kirchner asegura que sus clientes internacionales le deben 1.200 millones de dólares, de los cuales una buena parte son en concepto de obras realizadas en Venezuela y Brasil.

Esta semana el periodismo porteño describió en detalles los lamentos de Pescarmona, y las promesas de Cristina Kirchner de buscarle soluciones a su peculiar via crucis. Si hay que estatizar, estatizarán a la empresa Impsa, el mayor fabircante de aerogeneradores de Argentina.

El gobierno -inmerso en la vorágine de enfrentar las consecuencias de un ‘default’ que no admite-, promete soluciones. Podría absorber la deuda de los clientes de Impsa, y después tratar de cobrar la factura. También baraja la posibilidad de pedir una moratoria para la deuda impositiva de la empresa propiedad de Pescarmona.

Impsa es la primera gran empresa argentina en declararse en cesación de pagos tras el ‘default’ que, en opinión de Konzapata.com, decretó el Ejecutivo argentino al negarse a pagar bonos de deuda soberanos emitidos bajos las leyes estadounidenses.

El lunes a la noche, la empresa -con sede en la provincia vitivinícola de Mendoza- informó a la Comisión Nacional de Valores (CNV) que no podría pagar sus deudas de corto y mediano plazo, si bien no especificó el monto de los impagos.

Los negocios de Impsa se expanden desde Argentina a Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, China, Malasia, Vietnam y Sudáfrica entre otros países.

“La sociedad debe adoptar esta decisión debido a su situación financiera y como consecuencia de los atrasos sufridos en las cobranzas a algunos clientes en contratos significativos, sin perjuicio de continuar con las gestiones para revertir esta situación”, dijo el comunicado del que se ha hecho eco la citada página.

En Buenos Aires dicen que Brasil le debe a Impsa alrededor de 300 millones de dólares en concepto de cancelación de un parque eólico de más de 200 megavatios en Santa Catarina. Y que Venezuela mantiene un saldo cercano a 250 millones de dólares por la ejecución de la represa de Tocoma.

El gobierno argentino se comprometió con Pescarmona a mediar ante Nicolás Maduro y Dilma Rousseff. Pero el panorama luce complicado: Maduro le demora los pagos a medio mundo (entre ellos a los exportadores brasileños que lo proveen de alimentos), y Dilma anda ocupada en reelegirse.

Mientras esas gestiones se adelantan, Cristina podría ordenar que se subsidien los salarios de mil trabajadores de la empresa en Mendoza (para que no se queden en la calle), y un diferimiento impositivo hasta 2015. Las Pymes, que proveen a Impsa, están temblando: una veintena de ellas tienen pendientes facturas de cobro de un año o más, de entre 50.000 y 500.000 dólares.

Los medios argentinos aseguran que el Ejecutivo no descarta avanzar en una “estatización” parcial del pasivo de Impsa, para darle un espaldarazo al empresario amigo.

“La premisa es despidos cero hasta fin de año”, aclaró el subsecretario de Trabajo, Rubén Boris, ante la eventual avalancha de despidos de la empresa metalmecánica.

El viernes, la agencia especializada Bloomberg había informado que Pescarmona, dueño de la empresa, se entrevistó el miércoles de la semana pasada con funcionarios del Gobierno para discutir sobre una posible ayuda oficial. Pescarmona ya se había reunido con la presidente Cristina Kirchner a fines de agosto.

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