Se cumplió la prórroga para la definición de los consensos en el seno de la política unitaria de la sociedad democrática nacional venezolana, de cara a las elecciones parlamentarias de septiembre próximo. Se cumplió la prórroga para la definición de los consensos en el seno de la política unitaria de la sociedad democrática nacional venezolana, de cara a las elecciones parlamentarias de septiembre próximo.
El penúltimo miércoles se anunció un número alto de acuerdos políticos (llamados consensos) y las circunscripciones en las cuales se aplicará el método de las elecciones primarias.
El sentimiento de ganancia y esperanza de amplios sectores, incluso no politizados, es francamente evidente. Porque había malos presagios sobre el proceso cumplido y sus resultados.
De hecho, se cuenta, en baja voz, que el partido de Henrique Salas Römer, ex candidato derechista de talante tradicional, pretendió una jugada de engaño a la dirección política de la Mesa de la Unidad Nacional, simulando acuerdos inexistentes en nuestra entidad federal. La maniobra, descubierta, produjo la decisión de llevar, a elecciones primarias, todos sus circuitos.
El optimismo prende en lo electoral, pero, sobre todo, en lo social y político. Las perspectivas de la política democrática se amplían con el avance unitario y eso potencia la dura lucha que sectores variados empujan en las varias áreas de conflicto; sobre todo, de cara a la terrible crisis social.
Y es que la decisión tomada constituye, por varias razones, una oportunidad de oro para una política creativa que conduzca, victoriosamente, a desanudar los problemas institucionales del país–origen formal de los males-, pero también los político-gubernamentales, de cara a su licitud y a su gobernabilidad.
En principio, la oportunidad electoral contribuye a una mayor cantidad de postulaciones, dinamizando el mundo democrático. Todo el que estime que tiene condiciones y reúna los requisitos, puede proponerse y consultarlo a la voluntad popular, en las propias primarias, y a la de los otros aspirantes, en caso de un consenso.
Ambas posibilidades refuerzan las condiciones democráticas del proceso de selección de los candidatos. Las primarias son, sin duda, el medio que más se apoya en la consulta popular; pero, un consenso, con su participación, también amplía el carácter democrático de la selección.
En segundo lugar, la decisión exige que las aspiraciones tengan que dotarse de atributos positivos y características diferenciadoras, para ganarse la voluntad de los electores o convencer a los otros participantes en la búsqueda del consenso ampliado de partidos, organizaciones civiles y aspirantes.
Eso ayuda a que tengan forzosamente que revestir su aspiración de propuestas, análisis, planes, ideas nuevas, iniciativas legislativas concretas, formas de integración y articulación de los diversos factores participantes de la política, capacidades de coordinación y concertación y otros atributos positivos.
Mejores atributos de los participantes y mayor apertura en la selección son, sin duda, características que hacen más atractiva y confiable la política unitaria. Sólo piensen en la diferencia entre la opción de una sola persona que decide cuáles son los candidatos, sobre la base de su capricho o pretensión de superioridad y, por otro lado, que los candidatos surjan de la decisión de la gente toda, con base en su evaluación. Sin duda, lo segundo es superior.
En lo concreto de nuestra circunscripción, estoy seguro de que las capacidades de muchos de los que creemos que Venezuela, Carabobo y los municipios que la conforman, hoy en manos de gobernantes, posiblemente con buenas intenciones, pero bajo la locura cubano-comunista de Miraflores, podemos armar un buen equipo de campaña que ofrezca calidad humana y se preocupe por llegarle a demócratas, indiferentes, moderados y militantes, tanto de la oposición como del chavismo.
En Venezuela se está acabando lo que se daba y tenemos que unirnos todos por nosotros mismos y el país. En eso trabajo.