Políticas para un país productivo

Decíamos en el artículo anterior que la doble condición exigida a una acción estatal de superación del rentismo venezolano: actuaciones sobre ventajas comparativas relativas a desarrollar y sobre algunas restricciones presentes, deberían ser el objeto de políticas estratificadas: macroeconómicas, unas; mesoeconómicas, otras; microeconómicas, la mayoría. Se resaltaba, además, que una política industrial moderna, activista, montada sobre la competitividad, resulta absolutamente necesaria. A ello venimos en este artículo. Decíamos en el artículo anterior que la doble condición exigida a una acción estatal de superación del rentismo venezolano: actuaciones sobre ventajas comparativas relativas a desarrollar y sobre algunas restricciones presentes, deberían ser el objeto de políticas estratificadas: macroeconómicas, unas; mesoeconómicas, otras; microeconómicas, la mayoría. Se resaltaba, además, que una política industrial moderna, activista, montada sobre la competitividad, resulta absolutamente necesaria. A ello venimos en este artículo.

Las ventajas comparativas para exportar, de modo de cambiar la mezcla de transables y no transables, a favor de un mayor número de sectores exportadores, y la creación de un Fondo Soberano, bajo estricto seguimiento de las conceptualizaciones de Milton Friedman, en 1957, verificadas econométricamente en los ’80, son el par inicial de iniciativas necesarias. Concentración en los nichos de mayor eficiencia, control del derrame monetario en la economía interna –para moderar las pérdidas competitivas- y fondos anticíclicos y a la vez productivos, crean condiciones de mayor sanidad, y menores riesgos, en una economía con atascos como los señalados antes. Son una “cama” para lo demás.

El plano mesoeconómico –queremos decir, intermedio- se dirige al centro del modelo que proponemos: en vez del cúmulo disperso de iniciativas empresariales aisladas e inconexas, por mayor empuje que tengan –que es un asunto bancario, por decirlo fácil-, se privilegia el estímulo a dos líneas: 1) la integración económica (la Comunidad Andina de Naciones es la salida natural a Venezuela y no Mercosur) y 2) los complejos productivos (polos, hubs, distritos industriales, clusters, etc.). Son dos maneras de asumir el valioso recurso de la “territorialización”. Tema que podríamos desarrollar en otra entrega.

La integración amplía las fronteras económicas nacionales. Es un buen juego, negligentemente manejado por Chávez. Aunque no ha sido el único. A finales de los sesenta y comienzos de los setenta hubo falta de visión, que generó la discontinuidad del proceso virtuoso interno suscitado con la industrialización sustitutiva. El país no ha sido proactivo en esto. La supranacionalidad es hoy parte del mapa económico mundial en progreso hacia nuevas situaciones de globalización. La cual es también un reto necesario. Supranacionalidad y globalidad son, entonces, términos clave de lo por hacer.

Los complejos o polos –para lo cual tenemos oportunidades diversas, de orientaciones y niveles variados- explotan las ventajas geográficas o económicas de la proximidad y del surgimiento de externalidades. Son un arma económica poderosa, en lo grande y en lo muy pequeño. Hoy, es posible –y muy conveniente- basar las relaciones internacionales, en bloques o en lo global, por la vía de una conformación de cadenas, redes o complejos de indiscutible mayor valor agregado económico y de otros órdenes.

Llegamos, finalmente, a lo micro. La primera precisión es abandonar la neutralidad. La segunda, también la política de transferencias; sustituyéndola por una de creación de ventajas e incentivos externos. No estamos de acuerdo con el Estado como banquero. Pero sí como aliado inductor. La propuesta es sencilla y resulta de todo lo anteriormente planteado: luego de identificar, por vías diversas, las oportunidades mayores, organizar y dirigir las acciones sectoriales de los distintos niveles de gobierno. Es campo para la creatividad. Trabajamos en una matriz para lo que planteamos. Algunos ejemplos aislados están plasmados en nuestro libro. Las ventajas relativas, sin llover sobre mojado, deben ser el objeto de la nueva política industrial.

El reto es producir con éxito en el complejo y cambiante mundo actual. Como tema nacional. Tema de alta prioridad. Venezuela tiene cómo. Falta un Estado acorde con el reto.

*Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

sjguevaragarcia@gmail.com / @SJGuevaraG1, en Twitter

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Políticas para un país productivo

Santiago José Guevara*

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