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El nuevo modo

Juego de reflexión sobre escenarios

Cada situación que enfrentamos es un juego de escenarios. Es más que eso –está claro- pero lo que tenemos a mano es el presente y la posibilidad de construir futuros. Confluencia de pasado, presente y futuros, cada situación plantea retos comprensivos, prospectivos, estratégicos y coyunturales muy complejos. Pero, igual, es lo que nos toca hacer: movernos en escenarios. El futuro no tiene porqué ser como se creía. Cada situación que enfrentamos es un juego de escenarios. Es más que eso –está claro- pero lo que tenemos a mano es el presente y la posibilidad de construir futuros. Confluencia de pasado, presente y futuros, cada situación plantea retos comprensivos, prospectivos, estratégicos y coyunturales muy complejos. Pero, igual, es lo que nos toca hacer: movernos en escenarios. El futuro no tiene porqué ser como se creía.

Ninguna de las tres dimensiones temporales convencionales es de fácil dominio. No hay un solo pasado, pocos llegan a abarcar el presente y siempre tenemos enfrente más de un futuro. Qué del pasado es lo que marca el presente, quién domina las circunstancias del hoy, cuáles son las definiciones prospectivas y estratégicas que deben marcar nuestro primer paso al desconocido mundo del futuro, son dilemas ineludibles y necesarios para la acción. ¿Se asumen así en la realidad? ¿Se hizo o se hace en Venezuela? ¿Lo hacen los responsables del país democrático?

Con tales dilemas a cuestas, toca interpretar, para fines prácticos de la acción, el particular menú de escenarios en el cual nos movemos; o sea, de manera sencilla, las evoluciones posibles a futuro, dependientes de las hipótesis acerca de lo que puede ocurrir.

Difícil ya convencer de que resulta posible definirlos. El común de los mortales –y buena parte de su dirigencia- conceptúa al tiempo como un túnel de riel único: un solo discurrir, explicado por una sola variable, aun sin ser la dominante. Por ejemplo: en democracia se decide en elecciones, el año es electoral (aunque no haya democracia) y lo que definirá la situación final es el resultado comicial. Un reduccionismo absurdo, aunque frecuentísimo.

Más difícil aún es postular que los escenarios se superponen, desplazan y combinan entre ellos. Nuevamente al ejemplo: como las elecciones son un medio de cambio, si tenemos un buen resultado, la inflexión en el rumbo está garantizada. No importa que hayan avanzado, hasta un punto de no retorno, los cambios constituyentes de facto por la vía legal y la actuación totalitaria ante instituciones, sociedad y empresa privada nacional. El manejo es más en el plano de los dogmas de fe que en el de las realidades.

Y lo más difícil, convencernos de que sólo la reflexión acerca de lo que podría ocurrir, el convencimiento de su inconveniencia y el descubrimiento de los factores que podrían alterar el resultado, podrán permitirnos avanzar al escenario deseado (bajo el supuesto de que se ha definido, que es otro cantar).

Voy a lo que quiero plantear respecto al caso venezolano. En el país se despliegan combinadamente tres procesos que hemos definido en el pasado como los escenarios que van demarcando la actual historia: cambios constituyentes, por vías diversas –espurias casi todas-, pero creando situaciones de hecho y de derecho; avance totalitario, con una primera fase de colonización institucional y otra –la actual- de abatimiento de sociedad y economía, y, finalmente, un ritual democrático, que este año se manifiesta en las elecciones parlamentarias. Tras todos, un contexto de conflicto inédito, complejo, avanzado, de difícil resolución y resultado incierto; con la presencia, estratégicamente dosificada y aplicada, de la violencia, legítima e ilegítima. Difícil, pero necesaria conceptualización de la situación nacional. Nada que se parezca a la normalidad democrática.

A quien me diga que el problema actual –o su manejo- es sólo electoral, le respondo diciéndole que es muy probable, por el avance de los otros dos procesos, que incluso el triunfo electoral podría vaciarse de toda posibilidad de cambio. La solución no es de un solo riel: es asumirlos todos.

Un viejo aserto relativo al manejo de sistemas complejos dice que sólo la complejidad abarca la complejidad. Sólo la atención a los tres tipos de variables desplegadas puede potenciar el efecto de un buen resultado electoral. ¿Se está conduciendo así la política democrática venezolana?

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