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EL NUEVO MODO

Conceptuar

Hago un inmenso esfuerzo de frialdad en el análisis. Si fallo, espero que me entiendan y absuelvan. Hago un inmenso esfuerzo de frialdad en el análisis. Si fallo, espero que me entiendan y absuelvan.

Eso, porque escribo desde el duelo, la indignación, una amarga sensación de inutilidad y la perplejidad ante tanta falta de comprensión y solidaridad de muchos; incluidos, en primer lugar, los muchos beneficiarios de la generosidad venezolana.

Al grano: ¿Cómo conceptuar la situación venezolana actual?

Se habla de represión, invasión cubana, genocidio, guerra civil, terrorismo de Estado, etc., en una que parece ser la tierra de nadie. Por lo cual, con el riesgo de convertirse aún más en reparto entre los más avispados del mundo.

¿Qué es lo que específicamente pasa en Venezuela?

De mi lado, consistente con nuestra línea analítica, sitúo los actuales –dramáticos- eventos en el contexto del proceso que los explica: el llamado Socialismo del Siglo XXI. Lo que pasa –lo que sea- debe corresponderse con esa especificidad de la vida venezolana actual.

Muy precisamente, lo que hoy me preocupa, y motiva el artículo, es de lesa humanidad, solo que comprensible, si contextuada en la espesa trama conceptual que otorga “legitimidad” a las ejecutorias de los gobernantes de ese fenómeno político, iniciado en nuestro país, exitosamente exportado a otros y en el medio de las nuevas situaciones de interés geopolítico mundial.

Estamos hablando, entonces, de crímenes contra la humanidad o de lesa humanidad, solo que “empaquetados” de manera novedosa, con las argucias de la institucionalidad del neocomunismo.

Son obra de Lula, los Castro y cierta intelectualidad europea, marcada por el racismo, coincidentes en el Foro de Sao Paulo. Pero, hay más: todo, en el contexto del “coordinated development”, tan alabado incluso por el World Economic Forum, de Davos.

Lo que el Foro postula para Venezuela, como punto focal de su experimento, nunca se atreverían a formularlo para España, Francia o Brasil, para citar solo tres ejemplos.

En Venezuela encontraron tierra fértil: una democracia agotada y en regresión, por mal manejo de una clase política ignorante e irresponsable; una sociedad militarista y vasalla; una izquierda inculta y resentida; una pobre clase partidista democrática, patológicamente estatista y rentista; una cultura establecida, concesiva con los delitos “de Estado” o políticos; una economía marcada por el señoreaje político y una institucionalidad débil y maleable, al punto de permitir la absoluta arbitrariedad y regresión del manejo actual. Nuestro país no es nuestro, entonces. Es de los oportunistas y rentistas de todo pelaje del mundo.

Venezuela está hoy pagando el costo de su historia democrática, sufriendo los embates del nuevo modo de presentación del comunismo y en medio de una nueva geopolítica llena de pragmatismo. Para nuestro infortunio, en estos días, con crímenes de lesa humanidad “del Siglo XXI”.

Esos crímenes no son solo escaramuzas. Tampoco, accidentes o excesos. Menos, acciones inevitables. Son la meticulosa aplicación intencional de un modo de gestión estatal que hemos descrito en sus componentes o áreas, modo de actuación y ciclo de vida.

Hoy, todas las esferas de la vida social están afectadas. Y el modo ya se ubica en la última y decisiva fase de su ciclo: la violencia abierta, condimentada con la acción de actores extranjeros (Cuba, cómplices y proxenetas). Y tienen a Venezuela en la puerta del colapso.

Claro que hay escenarios y subescenarios para la restauración de la normalidad. No precisamente por la vía de aquella clase partidista referida. Pero, hasta hoy, la escena está copada por la tragedia.

Procuro, infructuosamente, hasta ahora, involucrar instituciones de respeto –no las menciono, por puro dolor- en tareas de facilitación o mediación para fines de salvamento, en la precisa situación violenta y sangrienta actual, con tantos jóvenes y ciudadanos en general, expuestos ante el poder del Estado.

No lo he logrado. El drama es más extenso de lo inicialmente planteado. Al diseño avieso de unos, se suma la indiferencia o la deficiente conceptuación de muchos, incluidos los portadores del saber. Prometeo sigue encadenado.

* Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

[email protected] / @SJGuevaraG1

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