La Asamblea General de Naciones Unidas ha proclamado este año como Año Internacional de la Biodiversidad Biológica. Se trata de atraer la atención internacional al problema de la desaparición permanente de numerosas especies. Como precedente puede situarse la “Cumbre de la Tierra” de Río de Janeiro de 1992. La Asamblea General de Naciones Unidas ha proclamado este año como Año Internacional de la Biodiversidad Biológica. Se trata de atraer la atención internacional al problema de la desaparición permanente de numerosas especies. Como precedente puede situarse la “Cumbre de la Tierra” de Río de Janeiro de 1992.
La diversidad biológica que existe en la Tierra es fruto de millones de años de evolución. Una especie cuando se pierde significa que desaparecen enormes conglomerados de instrucciones químico-genéticas que será imposible volver a construir. Un futuro con menos especies puede ser un futuro con equilibrios ecobiológicos diferentes, que afectan a la vida de nuestro planeta. El profesor Sánchez Ron afirma que “si desapareciésemos hoy mismo, el medioambiente natural terminaría volviendo al fértil equilibrio que existía antes de la explosión de población humana. Solamente alrededor de una docena de especies, entre ellas el piojo y un acaro que vive en las glándulas cebaceas de nuestra frente, dependen de nosotros por completo. Otras especies son más importantes, ecológicamente hablando. Si, por ejemplo, desaparecieran las hormigas, decenas de miles de otras plantas y especies animales peligrarían, simplificando y debilitando sus respectivos ecosistemas”.
Cada año, desaparecen entre 15,000 y 50,000 especies. Dicho con otras palabras, cada hora tres especies desaparecen para siempre de la faz de la Tierra. El biólogo Fernando Jiménez, autor del libro “La sexta extinción” piensa que “la Tierra ha sobrevivido a cinco extinciones masivas, y aquí esta. Pero no olvidemos que por el camino se han quedado miles de especies”. Es un enigma pronosticar qué consecuencias puede traer el cambio climático. Se trata de algo que puede afectar a los 900 millones de personas que viven en los países ricos y a los 5,500 millones que habitan en los países pobres. Por un lado, la sequía puede matar, pero si el mar sube un metro las consecuencias pueden ser catastróficas.
En este momento, diez especies de animales, que pudiéramos considerar como emblemáticos, se encuentran en el límite de una posible desaparición. Nos referimos al tigre, el oso polar, la morsa de Pacífico, el pingüino de Magallanes, la tortuga Laúd, el atún rojo, el gorila de montaña, la mariposa monarca, el rinoceronte de Java y el panda gigante. Si nos referimos al tigre, los datos son alarmantes. Quedan tan solo 3,200 tigres en su hábitat natural. Ocupan menos del 7% de su territorio original, que ha disminuido un 40% dentro la última década. Ya desapareció el tigre de Java y de Bali. La deforestación y la caza sin control colaboran en esta extinción posible. El felino más amenazado del planeta es el lince ibérico. Cuenta con unos doscientos ejemplares, localizados en Sierra Morena y Doñana. Se trata de una especie profundamente amenazada de extinción. Y así podríamos contarlo de todas las citadas.