Hace ya casi dos décadas que el maestro Vinicius Canturia abandonó su Brasil natal para irse a vivir a Nueva York. Hace ya casi dos décadas que el maestro Vinicius Canturia abandonó su Brasil natal para irse a vivir a Nueva York.
Desde entonces, su música mestiza se ha endurecido un tanto y adquirido unos timbres y estructuras más cercanas al blues y al jazz, que nunca le fueron del todo ajenos, pero sin perder el latido rítmico de la bossa-nova, el choro o el baio, los estilos brasileños que forman parte de sus raíces.
Su nueva residencia neoyorquina le ha permitido también asentar las relaciones que ya había establecido con algunos grandes músicos estadounidenses con los que había colaborado con anterioridad.
Por ejemplo, el guitarrista Bill Frisel, con quien compartió en 2011 un maravilloso álbum conjunto, ‘Lagrimas mexicanas’, y que ha participado también en ‘Indio de Apartamento’, el último álbum grabado por Cantuaria hasta la fecha.
El disco, en el que también participan otras estrellas internacionales como el japonés Ryuichi Sakamoto y la estadounidense Norah Jones, supone, según la crítica especializada, la fusión más conseguida entre el jazz y la música popular brasileña desde los tiempos de Stan Getz.
Y, la verdad, no parece que estos elogios sean exagerados, a sus 62 años, Cantuaria parece haber alcanzado un momento especial de madurez y plenitud personal que se refleja claramente en su música.
Si ya le conocían, su nuevo trabajo les resultará una agradable sorpresa. Y si no, quizá haya llegado el momento de que se acerquen al universo sonoro de uno de los músicos más originales de Brasil.
