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Venezuela se enfrenta a la implosión económica

Bandera de Venezuela

El Gobierno está recibiendo 70% menos ingresos que el año 2012. El precio de los futuros del petróleo ya está por debajo de 28 dólares. Las reservas operativas en dólares del BCV son entelequia. La liquidez monetaria en el infinito: El último mes creció 29,4%. La variación anualizada es de 93,9%. En el próximo carnaval revolucionario será más barato usar billetes como papelillos que comprarlos. El Gobierno está recibiendo 70% menos ingresos que el año 2012. El precio de los futuros del petróleo ya está por debajo de 28 dólares. Las reservas operativas en dólares del BCV son entelequia. La liquidez monetaria en el infinito: El último mes creció 29,4%. La variación anualizada es de 93,9%. Controles por doquier.

Las alarmas prendidas. Suenan sin cesar. Un Gobierno que se aleja del razonamiento lógico de interpretación de datos electorales y una oposición que obtiene una victoria arrolladora a la que casi nadie se atrevió a pronosticar como sucedió, con la excepción de Jesús Seguías de Datincorp.

Pero la grotesca cantidad de billetes en circulación resulta una trampa. Las calles del centro de Caracas no estaban ni al 50% de su capacidad de compradores como en otros años.

La calidad de la crisis comienza a mezclarse peligrosamente con la cantidad: A estas horas, el precio de los futuros del petróleo venezolano se ubica por debajo de los 30 dólares por barril. Es decir, el Gobierno está recibiendo 70% menos petrodólares que en 2012, cuando alegaron tener que “volverse locos” con las importaciones y un festín monetario sin parangón, con el objeto de llevar a buen puerto la candidatura presidencial de un Hugo Chávez moribundo.

Y ese será siempre el peor problema del Chavismo C.A.: Fingir que no ocurre nada. Lo fingieron en 2012 y lo vuelven a fingir en 2015. Nicolás Maduro continúa haciendo distinciones entre “pueblo popular” (que según él lo apoya) y el otro sector, decididamente mayoritario, que votó por la MUD el seis de diciembre, por las razones que sean.

Dentro de algunas semanas, Venezuela comenzará a ajustar su caja a los petrodólares que percibe hoy. En el futuro inmediato, ninguna proyección habla de una revisión al alza de los precios del crudo. Arabia Saudita persiste en su política de bombear 10 millones de barriles diarios porque los clientes “están felices” (cómo no), y ellos tampoco dudarían, si las condiciones se lo permitiesen, en incrementar su producción. Por su parte, los niveles de inventario de petróleo de Estados Unidos siguen al alza, y la FED anunció un incremento de entre 0,25 y 0,50 puntos de la tasa de interés, a fin de evitar que la inflación estadounidense comience a crecer de manera peligrosa. En otros términos, han puesto en marcha una política monetaria de carácter contractivo.

En Venezuela, mientras el bombeo de dólares cae dramáticamente, el bombeo de bolívares va en dirección exactamente a la inversa: 3,8 billones de bolívares en circulación, sin añadir últimas cancelaciones de utilidades a trabajadores y pensionados en la recta final antes del 24 de diciembre. En el último mes, la cantidad de billetes y monedas en circulación se incrementó 29,4%, cifra récord histórica en el país. La variación anualizada asciende a 93,9%. Toda una cifra de locura, enmarcadas dentro de las “ideas locas” que promueven los jefes del Chavismo C.A.

Pero la grotesca cantidad de billetes en circulación resulta una trampa. Las calles del centro de Caracas no estaban ni al 50% de su capacidad de compradores como en otros años. Los precios suben sin control con pocos días de diferencia. Se requieren de al menos ocho salarios mínimos para cubrir la canasta alimentaria. En el próximo carnaval, será más prudente utilizar billetes como papelillos, en lugar de comprar estos últimos. Y el primer trimestre de 2016 será clave por motivaciones político-económicas: La MUD asume el control de la Asamblea Nacional, y en este período, de manera tradicional en los últimos cinco años, la escasez de productos básicos se agudiza por falta de materia prima y vacaciones colectivas de empresas públicas y privadas, particularmente las últimas, que son las que en realidad llevan el peso de la producción nacional.

Ese es el panorama que espera a los venezolanos en 2016. Será el año de la implosión económica de un modelo cuyo único sostén era el gasto, omitiendo la producción y la diversificación. Ahora vendrán las verdaderas lágrimas. Ahora vendrá la verdadera inflación, mezclada con escasez y una profunda recesión económica. ¿Será “el suicidio de la revolución”? Así lo plantea Seguías en su más reciente libro. Sin interrogaciones, claro.

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