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The Gachises

La fiebre garajera, el rock urgente y los melodramas sentimentales de tres minutos cargados de adrenalina y guitarrazos eléctricos parece ser el último, y más peligroso, virus que amenaza la salud mental y física de los ‘milenials’ hispanos. Y The Gachises son un poderoso foco de contagio. La fiebre garajera, el rock urgente y los melodramas sentimentales de tres minutos cargados de adrenalina y guitarrazos eléctricos parece ser el último, y más peligroso, virus que amenaza la salud mental y física de los ‘milenials’ hispanos. Y, probablemente, The Gachises, la banda más pizpireta de Vilanova i Geltru, sea uno de peores focos de contagio posibles.

Y la cosa se complica más ahora que las viejas multinacionales quieren revitalizar sus catálogos con estos jóvenes ‘punkis’ recién llegados y llegadas a la juerga. Quizá por culpa de los éxitos internacionales de The Hinds o de los gustos musicales que parecen imperar en los nuevos ejércitos de consumidores de caramelos ‘pop’ que se atisban por Malasaña.

The Gachises encajan perfectamente en ese contexto, en esa nueva vuelta de tuerca de la revolución divertida, que busca su banda sonora en el ‘revival’ de lo mejor del pop ochentero y que se empieza a dejar notar por las calles de muchas capitales españolas. O eso han debido de pensar las cabezas pensantes de la ‘Warner’, que se han decidido a contratarlas.

Hay motivos. Almudena, Iris, Lidia y Raquel son simpáticas, hacen buenos estribillos y tocan lo suficientemente bien para hacer todo el ruido que haga falta y provocar la aparición de las imprescindibles epidemias de ‘pogo’ en las audiencias despistada. Además, cuentan con un repertorio bien nutrido de canciones tarareables, en parte responsabilidad de Roger Martínez, el hombre en la sombra, que aumenta su potencia de fuego.

Las nuevas pruebas del delito pronto estarán a disposición del público en ’Vacaciones en Niburu’, su nuevo disco, en el que, además, honran a sus perversos mentores. Tipos peligrosos como el pope ‘rockero’, Miguel Costas, excomponente de Siniestro Total y Aerolíneas Federales, de cuyas enseñanzas no puede salir nada bueno.

Pero, no se dejen engañar, por estas brujillas vestidas de cuero. No son lo que parecen. Hay mucha ironía y bastante tela que cortar, bajo la supuesta intranscendencia y la aparente frivolidad, con la que disparan sus mensajes de ideología transversal y esos cánticos airados en los que reivindican la vida sencilla, la juerga y las cogorzas ecologistas en los botellones de las fiestas populares.

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