Desde el final del siglo XX, las dos ramas fundamentales del folklore urbano más combativo, el rock y el rap, han convivido en las calles de las ciudades de todo el planeta tierra. Por eso no es extraño que surjan artistas capaces de combinar con éxito ambos estilos. Como el uruguayo Santullo. Desde el final del siglo XX, las dos ramas fundamentales del folklore urbano más combativo, el rock y el rap, han convivido en las calles de las ciudades de todo el planeta tierra. Por eso no es extraño que surjan artistas capaces de combinar con éxito ambos estilos. Como el uruguayo Santullo.
No hablamos de un artista novato. En absoluto. Santullo se ha curtido sobre el escenario, mientras colaboraba con proyectos como Peyote Asesino, junto a Juan Campodónico otro imprescindible. O Kato, con quienes intentó la aventura europea tras trasladarse a España una temporada y grabar su único disco.
Incluso fue tocado por la varita mágica del gran Gustavo Santaolalla, el mago de Bajofondo, con quien Santullo colaboró en un par de trabajos de esa banda y que también le produjo un álbum titulado muy gráficamente ‘Bajofondo presenta Santullo’.
Su último trabajo hasta la fecha es a la vez la suma y la conclusión de una trayectoria coherente. Se llama ‘El mar sin miedo’ y es altamente recomendable porque encuentra un lenguaje nuevo que se deriva de esa convivencia de músicas urbanas de la que hablábamos antes.
Aquí hay rock y rap, claro. Pero también un violín que suena a ‘tango’, unas candencias en las que se intuye la presencia rítmica quebrada del candombe y, por encima de todo, la mirada de un artista que tiene deseos reales de comunicar un mensaje, mientras consigue hacerte mover los pies.
Quizá queden un par de puntos por refinar en el acabado del producto. Pero todo llegará. Ya se sabe que los estilos musicales de raíz popular crecen siempre frente al público. Y Santullo posee un potente directo. Ahora sólo falta que su nuevo repertorio se ruede por los escenarios para que la fórmula de resultado.
