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Niños del Cerro

Juegos brillantes de guitarras cristalinas, levemente saturadas, sobre una base rítmica contundente, melodías frescas y armonías vocales. Los elementos nucleares el pop de toda la vida y las materias primas básicas que utilizan los Niños del Cerro. Juegos brillantes de guitarras cristalinas, levemente saturadas, sobre una base rítmica contundente, melodías frescas y armonías vocales. Los elementos nucleares el pop de toda la vida y las materias primas básicas que utilizan los Niños del Cerro.

La banda chilena es un nuevo eslabón de esa cadena que tiene en sus orígenes el trabajo de los Beatles o los Byrds en la década de los sesenta de pasado siglo y que, de una u otra forma, ha conseguido perpetuarse hasta nuestros días.

Hay también en la música de estos jóvenes chilenos, detalles que parecen extraídos de otras bandas, en este caso de los ochenta, algo menos ‘soleadas’ que las anteriores, como The Smiths o Psicodelic Furs, pero siempre con ese toque pop característicos que parece su marca de fábrica.

Además, Niños del Cerro introducen ciertos aromas latinoamericanos en el guiso y se configuran como un cuarteto de ritmo, la fórmula instrumental más clásica del género, integrado por Simón Campusano e Ignacio Castillo a las guitarras, José Mazurett a la batería y Felipe Villarubia al bajo.

Su primer álbum, titulado ‘Nonato Coo’, fue publicado el pasado mes de noviembre a través del sello Piloto, una compañía que parece apostar fuerte por este tipo de propuestas y puede escucharse en los lugares habituales de la Red que suministran ‘streaming’ gratuito.

La banda se encuentra ahora en plena promoción de este trabajo inaugural y prodigan sus actuaciones en directo en los locales habituales del pujante circuito chileno. Unas presentaciones siempre intensas y refrescantes, según testigos presenciales.

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