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Melange

Melange

Se llaman Melange, son madrileños y han irrumpido con fuerza en el reducido, pero irreductible, fortín en el que se agrupan los fieles de la religión psicodélica. Su sonido, elegante, sus largas cabalgadas instrumentales y sus letras evocadoras son las cartas ganadoras con las que han abierto juego. Se llaman Melange, son madrileños y han irrumpido con fuerza en el reducido, pero irreductible, fortín en el que se agrupan los fieles de la religión psicodélica. Su sonido, elegante, sus largas cabalgadas instrumentales y sus letras enigmáticas y evocadoras son las cartas ganadoras con las que han abierto el juego.

Los cinco componentes del grupo, que inicialmente era un cuarteto, acumulan unos cuantos trienios como impulsores de bandas subtérraneas, Lüger entre ellas, que alcanzaron cierto prestigio gracias a su capacidad de desenterrar, y actualizar, géneros de querencia setentera y largos desarrollos como el viejo rock alemán.

Ahora, los guitarristas Miguel Rosón y Sergio Ceballos, el bajista Daniel Fernández, el teclista Miguel Zamora y el batería Adrián Ceballos, han dado un paso más y han sumado algunas otras influencias a su ‘adn’ sonoro en el que también confluyen, según los expertos, la falsa ingenuidad de Vainica Doble y los preciosismo vocales de Crosby, Stills & Nash.

Su primero disco, titulado simplemente ‘Melange’, se ha colado en los puesto de cabeza de las listas en las que se reflejan los mejores lanzamientos del año en publicaciones especializadas como Mondo Sonoro. Un premio justo para un álbum que se sale de lo obvio y vuelve a poner en valor la vigencia y vitalidad de los formatos más clásicos.

Quizá sin pretenderlo, el sonido de Melange evoca también algunas obras pioneras del rock español de los setenta, porque parece retomar el camino que empezaron a andar, bandas injustamente olvidadas como los madrileños Tilburi, el sevillano Gualberto o los ‘catalanes’ de Mi Generación, a quienes quizá haya llegado la hora de revisar.

Pero no hay lugar para la nostalgia en esta oferta renovada de música con raíces, energía, ritmo y exotismo moderado que Melange nos propone. Más bien, lo contrario, la banda parece asegurar un futuro brillante a esas propuestas pasadas que quedaron enterradas prematuramente por culpa de las inclemencias de una transición acelerada. Bienvenidos sean.

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