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Los Vinagres

Los Vinagres

En momentos de zozobra y desconcierto a la juventud que baila siempre le queda el desenfreno. Y no hay una música más propicia para las explosiones indiscriminada de tensiones hormonales sin resolver que el rock de garaje de toda la vida. Una especialidad cultivada con esmero por Los Vinagres. En momentos de zozobra y desconcierto a la juventud que baila siempre le queda el desenfreno. Y no hay una música más propicia para las explosiones indiscriminada de tensiones hormonales sin resolver que el rock de garaje de toda la vida. Una especialidad cultivada con esmero por Los Vinagres.

La última gran esperanza ‘blanca’ del género más loco y refrescante del ‘rocanrol’ descoyuntador, viene de Canarias y, a diferencia de bandas contemporáneas como las multipopulares Hinds se expresan en castellano y parecen tener algunas preocupaciones adicionales a las habituales reivindicaciones de la juerga sin final.

Los Vinagres se presentan en formación de trío de ritmo clásico, sin instrumentos de fabricación propia. Sólo una guitarra incendiaria, un bajo que no da tregua y una batería que cae sobre el ritmo como un martillo pilón. Suenan duro, por supuesto, y sus conciertos provocan a la concurrencia la clásica explosión de adrenalina que se les supone.

Irreverentes por prescripción médica, son capaces de reivindicar a viejas glorias canarias como el eurovisivo y olvidado cantante José Vélez y también de exhibir orgullosamente su conexión con las cinco décadas de historia del rock nacional por medio de una devastadora versión del ’Flamenco’ de Los Brincos que hubiera arruinado la raya en medio de Juan Pardo.

Hay otros rastros en este sabroso potaje. Un poco de Enemigos y un mucho de Teclados Fritos, el ingrediente isleño indispensable. Así que no resulta extraño que unos veteranos ya consolidados como Guadalupe Plata, les seleccionaran como teloneros en algún concierto de postín.

Pero, más allá de las referencias históricas variadas, lo cierto es que este trío, que componen Abel (voz y guitarra), Roberbatería y Sergio (bajo), sabe manejar con pericia la dinamita que tiene entre manos y también puede aspirar a la gloria por méritos propios.

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