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Los expertos confían en los "numerosos fármacos que se encuentran ya en una fase de desarrollo avanzado para tratar esta patología", que afecta "en torno al 20% de la población en Europa".

«La obesidad y la diabetes son los principales detonantes de la enfermedad por hígado graso»

Enfermedad hepática por depósito de grasa- la nueva pandemia

La obesidad y la diabetes son los principales detonantes de la enfermedad por hígado graso no alcohólico (EHGNA) (NAFLD, por sus siglas en inglés), que afecta solo en Europa al 20% de la población.

La obesidad y la diabetes son los principales detonantes de la enfermedad por hígado graso no alcohólico (EHGNA) (NAFLD, por sus siglas en inglés), que afecta solo en Europa al 20% de la población. Así lo ha asegurado esta mañana el doctor José Luis Calleja, del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Madrid. Este especialista es uno de los coordinadores de la jornada sobre ‘La enfermedad hepática por hígado de grasa: ¿La nueva pandemia?’ que se celebra en la Fundación Ramón Areces. Este encuentro científico reúne a los más importantes expertos internacionales en esta patología para conocer los últimos avances en epidemiologia, patogenia, diagnóstico y tratamiento de esta nueva pandemia hepática. Todos ellos se muestran esperanzados en los «numerosos fármacos que se encuentran ya en una fase de desarrollo avanzado para paliar esta patología». Hasta el descubrimiento de un tratamiento eficaz, los investigadores apuntan a la dieta y el ejercicio físico como principales antídotos para evitar el avance de la enfermedad.

Muchas lesiones en una misma enfermedad

«La enfermedad hepática por hígado graso no alcohólico (EHGNA) engloba un amplio espectro de lesiones hepáticas que van desde una esteatosis simple, de curso generalmente benigno, hasta una esteatohepatitis no alcohólica (NASH, del inglés non-alcoholic steatohepatitis) que puede progresar hacia una enfermedad hepática avanzada, cirrosis o hepatocarcinoma. Además de esto, también se asocia con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y neoplasias», ha explicado José Luis Calleja. «A día de hoy no disponemos de tratamientos farmacológicos eficaces aprobados para combatirla, por lo que las intervenciones políticas a nivel individual y de la población son necesarias para reducir la creciente carga de enfermedades hepáticas debidas a EHGNA», ha destacado el doctor Javier Crespo, del Hospital Marqués de Valdecilla, también coordinador de este encuentro.

La EHGNA se ha establecido como la primera causa de hepatopatía en el mundo occidental de la mano de la epidemia de síndrome metabólico en este mismo entorno. En la actualidad su prevalencia es de aproximadamente un 20% en la población general, pudiendo variar esta cifra en función del área geográfica, de la población estudiada así como del sexo, la edad y etnia.

«Esta enfermedad es más frecuente entre los varones y presenta una fuerte asociación con la obesidad, la resistencia a la insulina y por tanto, con el síndrome metabólico. Se estima que en torno a un 10-20% de los pacientes con EHGNA presenta una histología hepática compatible con el diagnóstico de NASH. De manera global, un 80% de los casos de EHGNA presentan alguno de los factores de riesgo cardiovascular que constituyen el síndrome metabólico, y la prevalencia de EHGNA aumenta de manera directa al número de estos factores que estén presentes», ha afirmado Calleja.

Los expertos reunidos en esta jornada han puesto en común sus avances. Hasta la fecha, todos saben que el acúmulo de grasa en hígado es necesario para su desarrollo, pero desconocen en cambio por qué unos pacientes progresan a cirrosis y otros no. «Los mecanismos que condicionan esta progresión variable son multifactoriales y complejos, e incluyen polimorfismos genéticos, distintos fenotipos metabólicos, patrones específicos de microbiota intestinal, etc», ha añadido Javier Crespo.

Tratamientos en fase de desarrollo avanzada

En los últimos años, se han ido conociendo mejor algunos de estos mecanismos, y se han ido definiendo dianas terapéuticas susceptibles de ser abordadas farmacológicamente. «A día de hoy, hay un considerable número de fármacos en fases avanzadas de desarrollo para el tratamiento de la enfermedad, con mecanismos de acción variados y potencialmente complementarios. La optimización del uso de estos tratamientos va a requerir un conocimiento detallado (a través del uso de biomarcadores, polimorfismos genéticos y otros métodos de diagnóstico avanzado) de los mecanismos de acción concretos que condicionan la progresión de la enfermedad en cada paciente individual, ha señalado José Luis Calleja.  

Mientras llega ese tratamiento eficaz contra la enfermedad, los expertos coinciden en la necesidad de afinar en el diagnóstico. Para ello, han apuntado a los métodos no invasivos como la elastografia hepática o la  resonancia magnética como las herramientas más eficaz para su detección. Estos métodos son capaces de evaluar la presencia de grasa, inflamación o fibrosis incluso mejor que  la propia biopsia hepática», ha explicado José Luis Calleja.

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