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Ile

Seguro que saben quién es y se han fijado más de una vez en ella. Sí. Es esa vocalista de voz ‘sensualona’, pero delgadita, que se mece en el escenario al ritmo del ‘flow’ generado por sus hermanos Visitante y Residente en los conciertos de Calle 13. Se llama Ilenia Cabra, pero pueden llamarla Ile. Seguro que saben quién es y se han fijado más de una vez en ella. Sí. Es esa vocalista de voz ‘sensualona’, pero delgadita, que se mece en el escenario al ritmo del ‘flow’ generado por sus hermanos Visitante y Residente en los conciertos de Calle 13. Se llama Ilenia Cabra, pero ha acortado su nombre para facilitar las cosas. Así que pueden llamarla, simplemente, Ile.

Sabíamos por algunos vídeos de YouTube, y un puñado de versiones, más o menos acertadas, de algún que otro clásico, que Ile poseía un cierto encanto y una voz capaz de transmitir profundidad y complejidades sentimentales, muy en la línea de las antiguas, e inolvidables, divas caribeñas de los sesenta y los setenta.

Elegante y comedida casi siempre y, sin embargo, alguna que otra vez, Ile también era capaz de invocar sobre las tablas a los espíritus libres y salvajes de La Lupe, Celia Cruz u Olga Guillot, si llegaba el caso. Aunque, como era de esperar, en su aprendizaje también parece haber habido espacio para cantantes más asequibles al gusto ‘mainstream’ como la inevitable Gloria Estefan.

Pasada ya la etapa de reconocimiento propio y asimilación de influencias, Ilenia ha dado el siguiente paso de la secuencia lógica y ha grabado su primer disco en solitario, titulado ‘Ilevitable’, con el que da inicio a una carrera que, probablemente, será larga y puede deparar algunas alegrías a los amantes de la canción caribeña, rítmica, romántica y sensual.

Para empezar, Ile ha tenido la feliz idea de contar en su álbum de debut con el aval de un valor contrastado del género del calibre del maestro portorriqueño ‘Cheo’ Feliciano, lo que facilita mucho el trabajo de los críticos y demuestra que esta joven compañera de los raperos más combativos de la latinidad, también tiene su corazoncito.

Pero esa no es, ni mucho menos, el único atractivo de un disco, en el que, entre otras sorpresas agradables, también nos reencontramos con ritmos entrañables y divertidos como el refrescante bugalú, suntuosos arreglos orquestales que hubieran recibido la aprobación de Xavier Cugat y alguna que otra canción de esas que parecen haber venido para quedarse. ¿Les seduce? Pues, hagan la prueba.

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