La fusión de los ritmos tradicionales y la música moderna ha conseguido renovar y mantener vigentes muchas músicas en peligro de extinción que encaran el siglo XXI sin miedo al futuro. Y, en este aspectos, los músicos colombianos, como éstos Herencia de Timbiqui, mandan. La fusión de los ritmos tradicionales y la música moderna ha conseguido renovar y mantener vigentes muchas músicas en peligro de extinción que encaran el siglo XXI sin miedo al futuro. Y, en este aspectos, los músicos colombianos, como éstos Herencia de Timbiqui, pueden darle lecciones al mundo.
Los orgullosos componentes de esta banda, con más de 10 años de carrera, empiezan a recoger los frutos de su cuidadoso ‘aggiornamiento’ del folklore de su país, unos orígenes que reivindican ya desde su propio nombre.
Herencia busca el rastro de las músicas africanas en las tierras de Colombia que es especialmente perceptible en la zona de Timbiquí de la que proceden. Ellos parten de la raíz más genuina, en ambientes, instrumentación y temáticas, para luego inyectar en los arreglos la potencia de los sonidos más contemporáneos y urbanos.
Su particular estilo empieza a abrirse camino más allá del territorio que le es propia y han obtenido ya una cierta repercusión en países del subcontinente como Chile, donde recibieron el premio a la mejor agrupación folklórica en el festival de Viña del Mar o en otras localizaciones como Suiza.
De momento, cuentan con tres referencias discográficas (‘De Mangle a Mango y siguiendo el camino’, ‘Villancicos Negros’ y ‘Tambó’) que planean aumentar este año con canciones como esta ‘Amanece’ que les ofrecemos en el Café de las Artes de hoy.
