El futuro del euro se juega en dos campos bastante modestos si hablamos en términos estadísticos. En otras palabras; el futuro de unos 502 millones de personas (zona del euro) depende de lo que decidan unos cinco millones de personas -los finlandeses- sobre lo que les pasa a once millones de personas -los griegos-. Tal es la ecuación. Porque desde Helsinki se siguen poniendo reparos a la hora de aumentar la capacidad de fuego del Fondo de Estabilidad Financiera (ESM, por sus siglas en inglés), que deberá ser aprobado por los líderes europeos el próximo 20 de febrero. El futuro del euro se juega en dos campos bastante modestos si hablamos en términos estadísticos. En otras palabras; el futuro de unos 502 millones de personas (zona del euro) depende de lo que decidan unos cinco millones de personas -los finlandeses- sobre lo que les pasa a once millones de personas -los griegos-. Tal es la ecuación. Porque desde Helsinki se siguen poniendo reparos a la hora de aumentar la capacidad de fuego del Fondo de Estabilidad Financiera (ESM, por sus siglas en inglés), que deberá ser aprobado por los líderes europeos el próximo 20 de febrero.
Este mecanismo de rescate del euro podría llegar a aumentar su capacidad hasta los 750.000 millones de euros el próximo mes de julio, cuando una sus fuerzas con el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) que ya está establecido. Hasta ahora Berlín quería limitar la capacidad de intervención total a los 500.000 millones de euros, pero parece que ahora se lo está pensando. Pero la ratificación del ESM tiene que darse en todos los países -por separado- tras la firma de Bruselas, y ahí es donde los finlandeses pueden entrar en juego y alterar el programa. ¿Cómo? Pues no dando luz verde. Ya hicieron un amago similar cuando hace unos meses Portugal pidió ser rescatado. Durante unos días todo el peso de la decisión cayó en Helsinki, que se lo pensó antes de ceder a las peticiones del Gobierno luso.
Algunos expertos han aventurado que la capacidad de rechazar este tipo de propuestas por parte de cualquier país, por pequeño que sea (Finlandia representa menos del 1% de la población total de la zona del euro), le otorga en estos momentos mucha ventaja a Alemania. La canciller germana, Angela Merkel, se encuentra atravesando uno de sus momentos más críticos en términos de popularidad. Dentro de Alemania, es criticada por ayudar a Grecia y a los demás países periféricos. Fuera de Alemania, por no ayudar lo suficiente. Así, estos analistas argumentan cómo las presiones de Finlandia u Holanda, otro de sus países aliados, pueden conceder a Merkel un cómodo margen desde el cual exigir más medidas de austeridad antes de aprobar cualquier ayuda y enfrentarse así a las críticas procedentes desde ambas orillas.
Finlandia es uno de los cuatro países de la zona del euro que aún mantienen la máxima calificación crediticia otorgada por Standard & Poor’s: AAA. Los otros tres son Alemania, Holanda y Luxemburgo. El pasado 1 de enero este grupo estaba compuesto por seis miembros, pero Francia y Austria perdieron este rating por culpa de la crisis financiera durante las primeras semanas del año.