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‘Empate catastrófico’ entre Clinton y Sanders

Hillary Clinton, exsecretaria de Estado de EEUU

La ex secretaría de Estado ganó en Iowa con un 49,86% de los votos frente al 49,57% del senador por Vermont. Un resultado que augura una larga contienda. El político, escritor y periodista italiano Antonio Gramsci definió como empate catastrófico aquella situación en la cual las fuerzas en lucha se equilibran de tal forma que la continuación de la misma solo puede concluir en la destrucción recíproca. Podría parecer que hablamos de la coyuntura política española, pero no. El resultado de las primarias demócratas de Vermont también se ha empeñado en recuperar este curioso concepto.

Hace tan sólo un par de semanas podía parecer que sería a Hillary Clinton a quien le tocaría revivir sus peores fantasmas de 2008. Como entonces, un rival en las primarias demócratas en las que partía como gran favorita remontaba según las encuestas distancias que habían llegado a ser de hasta dos dígitos.

Como entonces, también un senador conectaba con los más jóvenes y con las aspiraciones de cambio estructural de aquellas bases demócratas que, esencialmente desencantadas por la gestión de la crisis económica, aspiraban y aspiran a una auténtica revolución política. Como entonces, Iowa amenazaba con convertirse en el punto de inflexión que convirtiese a la ‘candidata inevitable’ en una aspirante casi a la desesperada, con necesidad de remontar y de apelar a la épica. Un terreno en el que la ex secretaria de Estado no se siente especialmente cómoda.

Sin embargo, esa dinámica que por momentos llegó a parecer que convertiría al senador por Vermont, Bernie Sanders en un nuevo Barack Obama, se frenó hace unos días. Según las últimas encuestas previas a las primarias del lunes, parecía que Hillary Clinton llegaba a esa noche electoral con algunos puntos de ventaja sobre Sanders.

Y sin embargo ninguno de los dos escenarios anteriores se cumplió. Tras horas de un largo y complejo recuento, Clinton gano las primarias con un 49,86% de los votos frente a un 49,57% de Sanders, según cifras recogidas por Associated Press. Es decir, tan sólo 0,29 puntos porcentuales de diferencia que, sin embargo, se traducirían en 23 delegados para Clinton frente a los 21 que habría obtenido Sanders para la Convención Nacional Demócrata que se celebrará entre el 25 y 28 de julio.

Una diferencia en realidad minúscula frente a los 2.383 delegados necesarios para asegurarse la nominación, pero que es fruto de unas circunstancias que sitúan a los dos candidatos frente a sus limitaciones. Clinton no ha conseguido hacer desaparecer los fantasmas de 2008 con la victoria rotunda que habría allanado su camino para el resto de las primarias. Pero Sanders ni tan siquiera ha logrado la victoria que necesitaba para cambiar las tornas.

Pese a que en buena medida se podría decir que el senador por Vermont consiguió conjugar todos aquellos factores que en teoría más le podían beneficiar, no fue suficiente. La composición del electorado de simpatizantes demócratas registrados en este estado (mayoría de blancos, varones, ‘liberales’), la propia dinámica de los caucus, una participación alta y la movilización de los jóvenes fueron elementos que se articularon de tal manera que a priori deberían haber cambiado el resultado final.

Según los modelos de previsión elaborados, las probabilidades comenzaban a jugar en favor de Sanders a partir de los 170.000 participantes. Pues bien, fueron 180.000; la segunda mayor cifra de participación en toda la historia de los caucus demócratas de Iowa… después de 2008. Además, Sanders consiguió movilizar a los simpatizantes más jóvenes y a nuevos participantes. Así, según las encuestas realizadas la noche electoral por Edison Research, hasta cuatro de cada 10 participantes lo hicieron por primera vez y, entre los votantes por debajo de 20 años, Sanders consiguió hasta un 70% del voto. E insistimos, aún así no ganó.

Así las cosas, todo apunta a que Sanders sólo podrá hacerse con la victoria en estados donde se de una conjunción de circunstancias aún más excepcionales que en Iowa. Pero da la casualidad que uno de esos estados es el próximo en celebrar primarias: New Hampshire, donde tendrán lugar la próxima semana y según las encuestas goza de una sólida ventaja.

Sin embargo, en base a todo lo anterior parece aún más probable que Clinton haga pesar en los sucesivos estados, como Nevada o Carolina del Sur, su mayor peso en otros segmentos del electorado como las minorías raciales, poco presentes en Iowa, para imponerse nuevamente. Con la particularidad de que los resultados de Sanders, si bien no suficientes para cambiar la contienda, sí parece que le inyectaran la fuerza y fondos suficientes para igualar y alargar la pelea.

Es decir, Sanders difícilmente podrá cambiar el sino de la victoria final, pero Clinton necesitará invertir mucho más tiempo, fondos y energía de los que tenía previstos en estas primarias. Además han quedado en primer plano algunos de sus puntos débiles como su falta de conexión con el electorado más desesperanzado ante el sistema político tradicional. Un electorado que también en Estados Unidos, en un nuevo paralelismo con la situación española, refleja una factura generacional entre los mayores de 45 años y las generaciones más jóvenes. Aquellas que piensan que les han robado el futuro.

Unas generaciones a las que como señala el periodista Matt O’Brien, pese a las indudables cualidades de Clinton, resulta cuando menos difícil seducir con un discurso y un perfil propio de quien ha desarrollado toda su carrera lidiando en los confines marcados por sistema:

Después de todo, quizá podría ser un tanto exagerado hablar de ‘empate catastrófico’ ya que la candidata demócrata también podría aprovechar este desafío para llegar a conectar con las preocupaciones de ese sector del electorado, esencialmente el joven, y buscar las propuestas económicas más ambiciosas que éstos parecen desear. Pero esta situación de igualdad también podría enquistar a los dos candidatos demócratas en un combate estéril que permita tomar la iniciativa a los candidatos republicanos, hasta ahora enzarzados en una pelea fraticida.

Quizá por eso el tercer candidato en liza hasta la fecha en las primarias demócratas, Martin O’Malley, no ha querido esperar más y decidió retirarse tras conocer su magro resultado electoral, inferior al 1%. Y es que como otro gran escritor, en este caso de Brooklyn, nos enseñó en su película “Match Point”: “hay momentos en un partido en los que la bola golpea la punta de la red, y por una fracción de segundo, puede caer hacia adelante o hacia atrás. Con un poco de suerte, lo hará hacia adelante y ganas. O quizá no y pierdes”.

Aunque tratándose de Estados Unidos -ya saben “América no es un país, es un negocio”-; la metáfora sería más apropiada si hablásemos de dinero. Y precisamente por una moneda se decidió anoche el resultado en varios condados de Iowa. Por ejemplo en este:

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