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El Gobierno venezolano, sin ideas para superar la crisis económica

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela

No hay un plan de ajuste ante los graves desequilibrios de la economía y las pocas decisiones que se toman revelan improvisación. El desconcierto se adueñó de la política económica. “En la economía no hay dirección”, criticó recientemente Jorge Giordani y los hechos le están dando la razón al ex ministro de Hugo Chávez. No hay un plan de ajuste ante los graves desequilibrios de la economía y las pocas decisiones que se toman revelan improvisación.

Lo ocurrido con la Superintendencia Nacional de Gestión Agroalimentaria (Sunagro) es un ejemplo. El organismo dirigió comunicaciones a las empresas notificando la orden de desviar hasta el 100% de la producción para las redes estatales de supermercados. El pasado lunes la Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos (Cavidea) alertó el peligro de esa decisión y el jueves la medida quedó “sin efecto”.

Un escueto comunicado en su página web bastó. “La Superintendencia Nacional de Gestión Agroalimentaria, en uso de sus atribuciones conferidas mediante el Decreto con Rango Valor y Fuerza de Ley del Sistema Nacional Integral de Gestión Agroalimentaria, informa a las empresas sujetas a la Orden de Redireccionamiento que tal medida queda sin efecto a partir de la presente fecha”.

Los casos se repiten. El ministro de Alimentación, Carlos Osorio, dijo a mediados de junio que en los “próximos días” el mecanismo de atención al cliente en los supermercados por número de cédula debía terminar. “Esa no es la instrucción que nosotros dimos”, aseveró el funcionario, endosando la responsabilidad a las cadenas privadas. El sistema se sigue aplicando.

La industria automotriz también ha sufrido las indecisiones del Ejecutivo nacional. El 24 de marzo los ministros José David Cabello y Rodolfo Marco Torres firmaron un acuerdo con Ford en el que autorizaban a la automotriz a comercializar los carros en dólares en su red de concesionarios, como mecanismo para obtener sus propias divisas y mantener la producción. El esquema se replicaría en el resto de ensambladoras. Pero exactamente cuatro meses después, ni siquiera en Ford saben si se cumplirá el convenio.

Ninguno de los responsables del acuerdo ha explicado a la opinión pública el alcance de lo acordado. Ese titubeo pone en riesgo la inversión en dólares que realizaron los concesionarios para pre-pagar la producción de julio, agosto y septiembre, y supondrá la pérdida del segundo semestre del año para el resto de las automotrices privadas.

Pero hay más ejemplos. En enero Nicolás Maduro anunció al país que bancos de Qatar estaban dándole “oxígeno” financiero al país para afrontar la caída de los precios del petróleo. Ese financiamiento nunca llegó y lo que ha ocurrido es un recorte en las importaciones y la venta de activos para recoger dinero, entre otras decisiones.

A comienzos de año también se había generado expectativa en torno a los anuncios en materia cambiaria que realizaría el presidente de la República en su mensaje de Memoria y Cuenta ante la Asamblea Nacional, pero sus palabras confirmaron que todo seguiría igual. Hubo que esperar hasta febrero para el inicio del tan esperado Simadi y en sólo semanas se confirmó que ese mecanismo tampoco frenaría el ascenso del dólar paralelo.

Subastas del Sicad que se prometen a empresarios y nunca llegan, como recientemente ocurrió con los del sector de útiles escolares, o el tan asomado y tan postergado aumento de la gasolina también sirven como ejemplos del desconcierto del Gobierno ante la crisis económica.

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