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Dilma Rousseff vuelve a enfrentarse a los sindicatos

La presidenta brasileña ha conseguido el apoyo de la Cámara de los Diputados para implantar el salario mínimo de 545 reales (unos 240 euros) para este año, lo que supone un aumento del 7% con respecto a 2010. El incremento del salario mínimo es inferior a la cantidad que reclamaban sindicatos y oposición. Según los analistas citados por la prensa local, esta medida sigue la línea de pragmatismo económico que la mandataria está imprimiendo a la administración brasileña. La presidenta brasileña ha conseguido el apoyo de la Cámara de los Diputados para implantar el salario mínimo de 545 reales (unos 240 euros) para este año, lo que supone un aumento del 7% con respecto a 2010. El incremento del salario mínimo es inferior a la cantidad que reclamaban sindicatos y oposición. Según los analistas citados por la prensa local, esta medida sigue la línea de pragmatismo económico que la mandataria está imprimiendo a la administración brasileña.

El Parlamento brasileño ha aprobado una subida del salario mínimo que hace que el sueldo de unos 48 millones de brasileños pase de 510 reales (cerca de 223 euros) a 545 reales (240 euros). Un incremento que algunos congresistas del Partido de los Trabajadores, coalición a la que pertenece Dilma Rousseff, y los sindicatos consideran insuficiente por no compensar la inflación del año pasado, a pesar de que los datos públicos aunque todavía no definitivos sitúan el aumento de precios de 2010 en un 5%.

La diferencia entre la propuesta de los sindicatos y la finalmente aprobada es solo de 15 reales (6,55 euros), sin embargo, no alcanzó respaldo suficiente. Tan sólo 120 diputados, la mayoría del partido opositor Demócratas (DEM), dieron su apoyo, mientras que 360 la rechazaron. La justificación del Ejecutivo se basa en la necesidad de mantener bajo control las cuentas públicas. Un pragmatismo económico que, según los analistas locales, es característico en la gestión que la mandataria está impulsando en el país y ejemplo de ello han sido el recorte del gasto público, la propuesta de reforma tributaria y ahora también la reforma salarial.

Este es el segundo enfrentamiento de la mandataria con los sindicatos en poco más de mes y medio de gobierno por el mismo motivo. A principios de este mes la presidenta se reunió con los trabajadores para negociar el salario mínimo y dejó claro que no se ganaría el apoyo sindical a base de concesiones. Una posición que Dilma Rousseff ha decidido mantener en su primera batalla parlamentaria.

El salario mínimo volverá a ser debatido por el Senado el próximo día 23 de febrero. Aunque la prensa local ya estima que el resultado será similar, en caso de que existan modificaciones la norma volvería a la Cámara de los diputados.

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